El año 2023, según el calendario chino, será El Año del Conejo. El conejo es el cuarto de todos los animales del zodíaco chino. Cuenta la leyenda que el Emperador de Jade organizó una carrera de animales para decidir cuáles estarían en el zodíaco. La rata y el gato que se creía fueron buenos amigos, decidieron que la mejor forma de cruzar a través del río sería en la espalda del buey. El conejo llegó algo más tarde, pero aún así se quedó en las primeras posiciones y fue incluido en el calendario…, (la leyenda continúa, la pueden investigar).
La astróloga argentina Ludovica Squirru Dari precisó que el animal que representa 2023 es “como el pasaporte a la verdadera realidad de lo que vamos a tener que vivir todos como humanidad, porque nada se salva. Es la posibilidad de un cambio transcendente”, dijo con trascendentalidad de pitonisa.   
En Colombia la expresión “hacer conejo” significa irse de un lugar sin pagar lo consumido o comprado, o no cumplir con una promesa. Descontadas las enormes diferencias simbólicas, y ya a punto de entrar al Año del Conejo, de una u otra forma, en China y aquí, tendremos que ver con este animalito.
Allá en el lejano oriente, la gente esperará cambios trascendentales; nosotros, simplemente   confiaremos en que el conejo no se nos presente en forma de promesas incumplidas, propósitos fallidos, y esperanzas mutiladas. Aunque ya el roedor ha asomado sus orejas en episodios concluyentes, en otros muchos hay todavía tiempo de espantarlo.
En el orden nacional ya nos hicieron conejo con la promesa de nombrar mayoritariamente en cargos diplomáticos a funcionarios de carrera: de doce embajadores designados en América latina, solo tres son de carrera. También, nombrando a las vecinas del matrimonio presidencial, solo por serlo, en cargos tan importantes y exigentes profesionalmente como el de la dirección del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), cuando se nos había prometido que en este gobierno se nombrarían solo a los más capaces y más preparados.
En el espacio departamental definitivamente les hicieron conejo a los habitantes de La Dorada con el Hospital de tercer nivel que tanto se necesita para atender los requerimientos en salud de mas de 800.000 habitantes del Magdalena Centro; y de paso, le hacen conejo también, desde el departamento y el municipio al compromiso del gobierno Petro de favorecer por encima de cualquier interés privado, la red pública hospitalaria.
A los caldenses se nos hizo conejo (hasta ahora por lo menos parcialmente) con la promesa del Gobernador de construir y entregar 4.000 viviendas nuevas para los habitantes más pobres de las zonas rural y urbana.
Los Juegos Deportivos Nacionales están a punto de convertirse en otro conejo ya no solo para Caldas sino para todo el Eje cafetero, porque hay claros incumplimientos, varios de ellos ya irreversibles, en la ejecución de los proyectos de algunos escenarios deportivos; los desencuentros, un tanto infantiles, y en todo caso irresponsables, entre el Gobernador de Caldas y el alcalde de Manizales, han dado al traste con el avance oportuno y pertinente de las obras proyectadas.
Un conejo viejo, el que nos vienen haciendo con Pacífico tres; pasan los años y la obra camina con angustiosa e inexplicable parsimonia.
Todo parece indicar que llegan conejos nuevos: la PTAR viene adquiriendo todas las características del tierno animal pues a medida que avanzan los días, todo nos dice que esa obra por ahora no va hacia ningún lado.
El Sistema Estratégico de Manizales, línea tres del cable incluida, que pretendió canjearse maliciosamente por Aerocafé, también va en camino de convertirse, por lo menos en el período del actual alcalde, en un conejo más grande y más maduro. En este caso Manizales no avanza.
Los últimos episodios que han rodeado el proyecto de Aerocafe, nos señalan que, en este caso, la conejeada llegó a su fin: asegurada en el presupuesto para el año entrante la partida presupuestal de ciento seis mil millones de pesos y pendientes solo de los trámites administrativos que aseguren las vigencias futuras ya decretadas, los procesos licitatorios en curso para continuar la ejecución de las obras restantes, nos permiten asegurar que el proyecto está viendo por fin la luz al final del túnel.
Este último caso nos dice que cuando trabajamos juntos y persistimos colectivamente en la persecución de nuestros propósitos, les damos continuidad a los procesos, somos capaces de superar todos los obstáculos y sacar del imaginario la idea de que nos están haciendo conejo.
Con estos esbozos críticos de nuestra realidad, como lo dijo LA PATRIA en un reciente editorial, “no se trata de crear la sensación de hecatombe, de que nada funciona; como tampoco de un optimismo bobalicón. Todo lo contrario, se trata de entender los hechos en toda su dimensión”.