Si alguien te engaña o traiciona, no es para que te vuelvas un ser desconfiado, es para ser cuidadoso en quien confías.
Que unas personas nos hagan daño no tiene que provocar que dejemos de confiar en el resto del mundo.
Simplemente nos debe enseñar a reflexionar más para elegir bien a quién le otorgamos dicha confianza.
Tampoco es para pensar que todo el mundo es falso. Un caso o varios no te deben llevar a generalizar.
Sé cauto y, poco a poco, abre las puertas de tu ser solo a personas que ya conoces bien y son dignas de tu confianza.
Si dices “ya no confío porque la gente engaña”, fallas porque “la gente” es toda la humanidad.
Lo sabio es afirmar: “Esta o estas personas no merecen mi confianza”.
Ojo: lo normal es aprender equivocándonos.
La falla no está en caer, está en repetir lo mismo una y otra vez. Elige aprender, desaprender y hacer cambios.
@gonzalogallog