Cuenta una historia japonesa que un pescador llamado Ukushima vio en la playa a unos niños molestando a una tortuga marina.
Se acercó, les habló con amor de los seres vivos, ellos se fueron y la tortuga le habló al pescador.
- Soy la hija del dios de los mares y el próximo domingo te voy a traer un regalo por tu amorosa ayuda.
Ukushima miró su hermosura y le dijo:
- Cuando una ama y sirve no espera retribución, pero aceptaré gustoso lo que me brindes con tu generosidad.
El domingo llevaba varias horas pescando en un sitio solitario, salió la tortuga. En su boca traía un cofrecito de nácar. Ella le dijo:
- Una sola vez podrás abrir esta cajita y saldrá energía para alargar unos años la vida de alguien a quien quieras servir como a mí.
Él pensó: “La abriré un día para que mi madre viva más”, pero vio a otra madre sin ganas de vivir al ver a su hijito desahuciado y la abrió.
La tortuga apareció un día y le dijo: - Eres muy bueno, tu madre vivirá unos años más.
@gonzalogallog