Recientemente el Concejo de Manizales, aprobó el Proyecto de Acuerdo No 094 que modificó la estructura orgánica de la Alcaldía y en tan sólo dos artículos creó con eficacia condicionada una nueva dependencia: la Secretaría de Cultura y Civismo. A este respecto, el distinguido historiador y profesor de la Universidad Tecnológica de Pereira, Jhon Jaime Correa Ramírez, me escribió vía whatsapp para preguntarme: “¿qué opina de este debate?”
Aquí esta mi respuesta. 1) La pérdida de rumbo: los entes territoriales, aun no han asimilado el alcance de lo establecido por los artículos 7 y 70 de la Constitución Política de Colombia sobre la cultura como fundamento de la nacionalidad y la necesidad de su reconocimiento y protección.
Asistimos de manera reiterada a un limitado e improvisado activismo cultural, muchas veces de baja calidad que desatiende la necesidad de apostarle a procesos de arraigo y reconocimiento identitario respecto de las manifestaciones culturales de nuestro territorio; 2) El remedio y la enfermedad: en la exposición de motivos que acompañó el proyecto, la propia Alcaldía de Manizales dejó evidencia del panorama desalentador por el que atraviesa el Instituto de Cultura y Turismo de Manizales: “…falta de renta propia, planta de personal insuficiente, alto volumen de carga administrativa, inequidad en la distribución de recursos para programas misionales, reducción del presupuesto, desconocimiento de la comunidad de los procesos misionales, falta de comunicación interna, deficiencia en los procedimientos de la entidad, mala imagen institucional, insuficiencia de mobiliario, equipos y sistemas de información”.
Como puede verse los problemas del ICTM son financieros y administrativos y no de incapacidad para atender los temas de la cultura y en tal sentido resulta incomprensible que dichos problemas pretendan solucionarse creando un nuevo ente gubernamental. Ante la crisis el reto de la Alcaldía y el Concejo en el marco de la llamada gobernanza está precisamente en generar soluciones que garanticen el funcionamiento y el desarrollo sostenible del municipio y sus entidades; 3) La renuncia a la descentralización: sorprende que en el debate que se dio en el Concejo de Manizales, ningún concejal haya salido en defensa de la importancia de la descentralización.
Que exista un ente autónomo financiera, administrativa y presupuestalmente no deja de ser un privilegio en materia de cultura. ¿Se imagina que hoy el acueducto, el alcantarillado y el aseo todavía estuvieran siendo atendidos por las Empresas Públicas de Manizales? Tener un ente descentralizado es como tener un hijo mayor de edad, que ya sabe lo que hace. Existen antecedentes muy desafortunados, como el del ex alcalde de Pereira y actual senador de la República Juan Pablo Gallo (el verdugo de la cultura de la Perla del Otún) quien, con una alta e inmerecida votación, fue el autor del funesto Decreto 837 de 2016, que liquidó el Instituto Municipal de Cultura y Fomento al Turismo de Pereira.
Poner la cultura en una simple Secretaría es convertirla en un comodín burocrático sometido al criterio y bolsillo caprichoso del alcalde de turno. El Concejo y la Alcaldía están en la obligación de adelantar gestiones y debates de control político abiertos a la comunidad, donde la cultura y el ICTM sean un tema de ciudad, y donde se invite a la academia, pues en el proyecto de acuerdo aquí mencionado la Universidad Nacional y su programa de Gestión Cultural y Comunicativa no fue escuchada.
Señor alcalde Carlos Mario Marín: no cometa la burrada o mejor una gallada como la que hicieron en Pereira de alentar la liquidación del ICTM; usted fue elegido para fortalecer la ciudad y sus instituciones, no para debilitarlas. Feliz año.