Ahora que hay regocijo por la facilidad para viajar a Inglaterra, si bien los costos son altos, vale la pena recordar que el 16 de noviembre de 1674 murió en Londres el escritor Jhon Milton, autor de páginas de buena literatura con temas filosóficos, pastoriles y religiosos.
 Después de algunos años perdió la vista y en 1667 dictó una de sus últimas obras llamada “El paraíso perdido” que completó en 1671 con “El Paraíso recobrado”. Hizo alusión a las páginas bíblicas del Edén perdido por la desobediencia a Dios, pero luego recuperado por la acción del Mesías Jesús dentro de la historia. Después de haber visto el actuar humano escribe iluminando el drama de la existencia: perder y ganar, perderse y regresar al camino correcto.
 Celebrando hoy 16 de noviembre el “Día internacional para la tolerancia” bien podemos continuar la visión de Milton; con la intolerancia se pierde la paz, la cordura, el diálogo, la convivencia, el hacer camino juntos construyendo en justicia una buena sociedad.
 Salta a la vista que la violencia que se vive en campos, ciudades, hogares, familias, empresas, es brote de intolerancia, de no aceptarnos diferentes, de querer imponer nuestro querer a toda costa, de no tolerar que los otros y nosotros somos seres que a veces no vemos claro los horizontes, nos cansamos de la lucha diaria, caemos en errores por equívocos.
 La violencia intrafamiliar ha empeorado por acción de la intolerancia, la posibilidad de convivir de manera feliz, de regalar el perdón y la comprensión a quienes viven con nosotros.
 ¿No será que el ejemplo leído y visto en novelones y programas, noticias y películas de exagerada violencia llenan la mente y el ánimo de intolerancia, de afán de imposición, de panoramas de bienestar más imaginarios que reales?
 El perdonar “setenta veces siete”, el tratar a todos como hermanos, el ayudar al más débil más que humillarlo, que son caminos de evangelio, ayudarían sin duda a vivir con tolerancia y pasar del paraíso perdido al paraíso encontrado.
 Cada uno de nosotros puede dar un aporte inmenso en derribar odios, violencia, venganzas y mal trato. El papa Francisco nos propone una buena visión: “Todos hermanos” (fratelli tuti).