En su libro Los estudiantes y la cultura, en vísperas del estallido social y político de Mayo del 68, el sociólogo Pierre Bourdieu demostró cómo las condiciones de clase y ubicación social eran reproducidas por el sistema educativo francés, pese a la creencia de que la educación pública nivelaba esas asimetrías.
En Colombia, el reforzamiento de estas desigualdades se ha dado en casi todas las dimensiones, como lo han demostrado Mauricio García Villegas o Luz Teresa Mantilla con sus investigaciones y publicaciones sobre los rendimientos disparejos y las opuestas trayectorias de los estudiantes en el país.
En un país tan desigual, el campo político, por supuesto, no podía ser ajeno a la consolidación de estas inequidades. La reciente publicación de la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes, Mérito, representatividad, y asimetrías en nombramientos de altos funcionarios públicos en Colombia 1991-2021, da cuenta de esto. A través de la recopilación y codificación de las hojas de vida de todas las personas a cargo de ministerios en el país durante los últimos 30 años, los investigadores hallaron los principales patrones presentes en los altos funcionarios estatales.
Respecto a edad y duración en el cargo, el promedio fue 49 años y 1 año y 8 meses respectivamente. Sobre el género, las mujeres, a pesar de ser más de la mitad de la población, representan solo el 25% de las ministras en el periodo de análisis (59 de 238). Pese a ello, su presencia se ha ido incrementando paulatinamente en los gabinetes, pasando del 8% en el gobierno de César Gaviria a un gabinete paritario (momentáneo) en el segundo gobierno de Juan Manuel Santos.
Acerca de la procedencia, más del 50% de ministros nacieron en Bogotá, Barranquilla, Medellín o Cali (más del 25% en la capital). En términos educativos, se observan cuatro regularidades relacionadas con la ciudad, la naturaleza de la universidad, la institución y las áreas del saber: 6 de cada 10 ministros estudiaron sus pregrados en Bogotá, 7 de cada 10 lo hicieron en una universidad privada, principalmente en la Javeriana, los Andes, el Externado o el Rosario, y más del 80% estudiaron Derecho, Economía, Ingeniería, Administración o Medicina.
Además de la línea ideológica que representaron las personas en estos ministerios, muchos de ellos alineados con la idea de un estado mínimo, neoliberal y militarista, no hay que atar mayores cabos para afirmar que una de las razones de la reproducción del centralismo político, el culto al sector privado, la inequidad de género y la preeminencia de ciertas disciplinas, ha sido la forma en qué se han conformado los gobiernos durante las últimas tres décadas.
Como lo plantean los investigadores, los gabinetes ministeriales durante estos gobiernos fallaron en lograr niveles adecuados de representatividad, ya que “la expectativa plantea la necesidad de que la conformación del cuerpo y los cuadros de servidores públicos, a todos los niveles, sea consistente con la conformación de la sociedad en términos de estatus socioeconómico, profesiones, diversidad geográfica, conformación étnica y racial, y de género, entre otras”.
La representatividad importa tanto en términos formales como prácticos. Por eso, es altamente positivo que Colombia tenga por primera vez una vicepresidenta afro, con orígenes en la ruralidad pobre y experiencia en los movimientos sociales. Igualmente, es relevante que 10 de los 19 ministerios del actual gobierno estén en cabeza de mujeres y que exista mayor pluralidad en las procedencias, trayectorias e ideologías que en los gobiernos anteriores.
Eso sí, como en tantas otras áreas, el verdadero reto del gobierno será ir más allá del gesto y el símbolo, insuficientes por sí mismos para gestar transformaciones, en aras de materializar cambios profundos en la conformación, desempeño y resultados de la administración pública.
El rol y la potencia de Francia Márquez y otras figuras entusiasma, pero la presencia de camaleones, corruptos y embaucadores atemoriza. Esperemos que la balanza se incline por la representatividad equilibrada y por el cambio real.