El Foro Mundial de la Bicicleta (FMB) fue el evento de mayor repercusión nacional e internacional este año en Manizales. Un encuentro que, después de pasar por nueve de las principales ciudades de América Latina, terminó por primera vez en una ciudad de tamaño mediano y de alta montaña. Un espacio que ha recibido a las y los pensadores más importantes en movilidad, peatonalidad y urbanismo sostenible. En Manizales trajeron a Carlos Moreno, asesor de la alcaldesa de París, quien es hoy el referente de la “ciudad de los 15 minutos” y quien diseñó la salida progresiva de los carros del centro de la capital francesa.
Un privilegio, pero con una mancha negra encima: el alcalde Carlos Mario Marín. Resolvió, esa misma semana, no recibir lo que heredamos de grandes pensadores sino hacer convenios con el supuesto representante de un supuesto país. En ese instante, nos fuimos a vivir a Liberland justo en el momento en el que el FMB llegaba a Manizales.
Se pasó la semana y el evento que era grande para el mundo terminó diminuto para la ciudad y el país. Un símbolo muy propicio sobre cómo a nuestros gobernantes, incluso hasta el más activista de la bici, tienen en realidad un impulso por dejar estos temas de segundo renglón porque no dan votos, porque no son populares, porque siempre hay cosas más urgentes, como un país que no existe.
Pasadas un par de semanas, el presidente Gustavo Petro resolvió reducir a la mitad el valor del SOAT para motos. Lo hizo a los pocos días de haberse tomado fotos con el mismo Carlos Moreno, el asesor de París que trajo el FMB, y luego de echarse el respectivo discurso contra los combustibles fósiles. Lo que presentó como una decisión para que la eliminación de subsidios a la gasolina no golpeara a los más pobres, en realidad terminó como estrategia para que su discurso no le golpeara su popularidad.
El experto Santiago Cardona Urrea comentó en Twitter que “rebajar el Soat a las motocicletas es como darle un premio al estudiante que pierde el año en el colegio”. Se refería a que disminuir las responsabilidades de la moto y del carro, es seguir incentivando los modos de transporte con los peores impactos en la salud (porque son los que más muertos y heridos generan), en la movilidad (los que generan congestión), en el espacio público (los que consumen espacio) y en el ambiente (los que generan ruido).
En espacios como el FMB era la oportunidad para que nuestra opinión pública y nuestros políticos entendieran que transportarse en medios públicos, en bicicleta o a pie no es una moda, es la única salida que nos queda. Que la moto no es la opción para los que menos tienen sino la única que les seguimos dejando. Pero nos fuimos a Liberland.
Como dicen, nos gusta que las cosas cambien, pero sin tener que cambiar nosotros. Y nada lo representa tanto como nuestra idea sobre el vehículo privado. Que el trancón desaparezca, pero sin tenerme yo que bajar del carro o la moto. Y los políticos nos conocen. Nos prometen un carril o, un puente más, siempre con la promesa de que nos harán cómodo nuestro viaje motorizado. Como si fuera posible. Es ahí, justo en ese punto, donde nace el populismo vial.
 
Un carril más, un puente más, es el mensaje directo para que compremos otra moto o carros, o para que los usemos con mayor frecuencia. Se llama “demanda inducida”, está estudiado. La historia es la misma al final: en cuestión de pocos años, a veces de meses, el carril adicional se llena de estacionados y el puente nuevo tiene trancón nuevo encima. Una curiosa forma de gastar recursos para solo elevar el trancón del piso. Y los de la congestión no son los que caminan o montan en bici “por moda”. Somos los mismos conductores parqueados preguntándonos por qué es que no fuimos felices al fin.
Así, el alcalde de la bici terminó como el alcalde de Liberland. Nos va a entregar una ciclobanda a medias. También un bulevar peatonal carísimo donde menos se necesita. Y la creación increíble, el día sin carro voluntario, el día sin carro con carro. Es otro mandatario que tuvo miedo a la impopularidad vial y al final, igual, va a salir como el más impopular. Ahora los candidatos a reemplazarlo se preparan, anuncian vías y puentes nuevos. Detenidos en el trancón ya aplaudimos.