Que el alcalde Carlos Mario Marín haya cambiado el Pregón de la Feria de Manizales no debería sorprender, pero sí dice mucho. Todavía más cuando en la misma semana reconoció que, en cuatro años, su gobierno no cambió nada de los eventos de una fiesta que viene agotada en lo cultural y financiero.
Lo del Pregón dice mucho sobre él, como gobernante. Que es bueno para decir que transforma, pero apenas haciendo lo fácil y más cosmético. También dice lo de siempre sobre la fiesta nuestra. Esa en la que los patrimonial es apenas lo cosmético.
Era previsible que esto sucediera. En una fiesta sin cuento para echar, se tiende a conservar el relleno de actividades inconexas y ensordecedoras, mientras se canjea fácil lo que suponemos que pasa por tradición o patrimonio. La chorrera de eventos se nos hizo lo sustancial, en cambio lo de fondo, como el Pregón, parece hoy simples arandelas. En fiesta de rellenos, el evento es rey y el sentido es prescindible.
A decir verdad, al público le duele más que le quiten la cabalgata, las reinas o los toros, así no se expliquen por qué tienen lugar en esta fiesta. Poco lamenta que le modifiquen un texto, por allá leído en la Plaza de Bolívar en el día de los conciertos flojos. También es porque preocupa más lo rentable que el mito y el rito.
Este diario entrevistó exfuncionarios y exfuncionarias. Recriminaron el cambio de Pregón y hablaron del original como tradición y patrimonio. Pero la verdad, la verdad, parecieron igual de cosméticos. Que está bien escrito, que quien lo escribió fue quien lo escribió, que siempre se ha hecho así, que yo lo leí bien dos veces. Estuvo mal que el alcalde asumiera ese cambio por cuenta propia, pero también hay algo reprochable en un Pregón original que hace años puede que no nos diga nada. ¿O de qué otra forma puede un mandatario cambiarlo sin ninguna consecuencia?
Dice el original: “Por mandato de las autoridades que en esta oportunidad dispusieron celebrarla. Por voluntad de los organizadores que han querido tenga esta el mayor esplendor y más inusitado brillo”. 
¿Son las autoridades y los organizadores de la fiesta los protagonistas con los que debería arrancar el mensaje? ¿Las autoridades de la fiesta deben ser las autoridades públicas de la ciudad? ¿Este modelo de administración nos representa?
Continúa: “Para complacencia del pueblo que durante un año ha esperado con ansiedad la llegada de esta fecha venturosa. En homenaje a cuantos de fuera han llegado a la ciudad con el deseo de vivir en ella una semana de inalterable esparcimiento, en un gozoso ambiente de fiesta, al impulso de su espíritu jocundo”. 
¿Fecha venturosa? Hay una definición de ‘venturosa’ que se refiere a la fortuna y buena suerte. Me parece que le cabe a varios cazafortunas que se hacen millonarios con los favores públicos recibidos por las “autoridades” de la fiesta. ¿Espíritu jocundo? ¿Sabemos qué es jocundo? ¿La fiesta debe invitarnos a saberlo o debemos invitar a que la fiesta nos hable como hablamos?
Este párrafo me tienta a decir que en realidad esta ha sido una Feria pensada para la fiesta y ya. No dice nada de lo que somos ni de lo que aspiramos ser. No habla del territorio, ni de tradiciones, ni de valores naturales, sociales o económicos que valga la pena honrar. Piensa uno en si el vacío de sentido era ya un rasgo del Pregón original. Sí habla de la gente que llega, quizás en esta idea de una festividad para la exposición ante el foráneo y las economías del turismo. ¿Lo estamos cumpliendo? ¿Se sostendrá eso en el futuro?
Dice al final: “Incorpórate, pues, Manizales vibra y canta al amparo de tu probada hidalguía, bajo la transparencia abierta de su cielo sobre el plinto verde de tu colina enciende nuevamente las fogatas del entusiasmo y echa a volar otra vez en el viento los cascabeles de tu alegría y de tu risa”. ¿Hidalguía? ¿Plinto? Pero además, ¿colina? ¿De verdad? ¿Transparencia del cielo? ¿De verdad? Y vuelve y juega con la alegría y la risa, lo venturoso y jocundo pero en castellano más común. Y ya.
Esta es una ciudad que tiene muchas innovaciones para conversar, en lo público y lo privado. Invito a que organicemos una ruta para discutir y concertar los sentidos de la Feria. Porque sigue vacía y se está agotando.