Hay dos formas de comprar un semáforo: una barata y otra cara. A nuestras ciudades de carros y motos les gusta la costosa. Lo mejor sería reducir el uso de los vehículos particulares, para no tener que comprar tantos… Pero bueno, de eso no hablaremos esta vez. No nos gusta que nos toquen ese vals.
Esta es la historia del semáforo más caro que vamos a comprar en Manizales. Todo por una obra vial que en menos de diez años quedará obsoleta, según sus mismos estudios. Así, tal cual, como si no hubiera servido para nada el esfuerzo público para hacerla.
Es posible que contar esto no que caiga bien en pleno año electoral, en el que gusta mucho proteger la velocidad del carro particular y la moto. Eso da votos. Pero me temo que caerá peor porque a los candidatos, ante la mala administración “sostenible” de Carlos Mario Marín, les quedará fácil mostrarse como alternativa solo con atacar lo peatonal o el uso de bicicleta. Como si esto fuera un invento del alcalde actual y no la planeación normal de ciudad, que viene desde antes de este gobierno, con el POT y el Plan Maestro de Movilidad.
Pero vamos al punto. La obra vial que será obsoleta muy pronto es el intercambiador de Los Cedros. Ha recibido cualquier cantidad de críticas que son ciertas. La falta de planeación y gestión ha sido una vergüenza en esta Alcaldía. Pero ninguno de esos reproches se ha atrevido a hablar de “obra innecesaria”, de “despilfarro” o de “moda”, como solemos hablar de las obras peatonales o de movilidad en bicicleta.
Según el Informe de Tránsito para esta obra (https://bit.ly/3wjdAnN), el Índice de Capacidad —es decir, la relación entre los vehículos que pasan y los que la vía es capaz de soportar— está en 100% en ese punto. Por tal motivo, dice el estudio, se hace necesaria esta intervención.
Sin embargo, el mismo informe hizo una proyección en el tiempo. Reconoció que para el 2030, aún con la obra nueva, dos salidas del intercambiador terminarán con índices de capacidad de 117% y 134%. Es decir que, en solo siete años, la construcción terminará con dos trancones en sus salidas. Sospecho que lo mismo decían los estudios de los puentes que ya han hecho.
Es curioso, porque siendo porcentajes tan altos en el futuro cercano del intercambiador, el informe dice que no importa que eso pase tan pronto. Que esas salidas “tienen pasos señalizados con SEDA (sic) EL PASO”. Es decir, “que depende principalmente de el (sic) manejo que se le dé por parte del conductor”. 
Más allá de la pésima ortografía, se ve cómo algunas veces una capacidad de 100% —o mayor— justifica una megaobra para carros, pero cómo en otras ocasiones sí se reconoce que se puede solucionar con un simple “manejo del conductor”. Conveniente, ¿no? Si fuéramos consecuentes, tendríamos que empezar desde ya a planearle puentes a las salidas del puente.
Los 24.300 millones de pesos, que vale la obra, son para evitar un trancón apenas por siete años. ¿Cuánto vale eso? 3.470 millones de pesos por cada año, solo para poder pasar rápido. ¿Lo vale? ¿Rendirle honores al afán por tan poco tiempo nos recupera esa plata? ¿Algún candidato o buscador de votos nos va a responder esto?
Para 2040, dice el mismo informe, la saturación por encima de 100% estará ya en cuatro salidas de la obra de Los Cedros. Una de ellas llegará a 181% en congestión. Sobre otra de ellas, que estará en 118%, el estudio dice que en ese año se podrá “mejorar la movilidad con la instalación de un semáforo”. En pocas palabras, en 2040, los 24.300 millones de pesos terminarán parqueados ante un semáforo.
Todo ese presupuesto es por no detenernos, por hacerle una ciudad a los carros y no a los humanos, pero igual una luz roja de 24.300 millones nos detendrá en 17 años.