Es frecuente ver a las personas afanadas por definir sus propósitos de año nuevo, haciendo listas interminables de libros por leer, metas por alcanzar, tomando suscripciones a cursos de inglés y gimnasios, pero ¿a qué se debe ese deseo colectivo de ser mejores con solo cambiar una fecha en el calendario? ¿es este el mejor momento para iniciar un cambio de hábitos? ¿por qué de repente queremos ser mejores?
La ansiedad de año nuevo puede desencadenarse por una multitud de factores que van desde lo práctico: alteración de los horarios de sueño, cambio de actividades rutinarias a festividades, tiempo prolongado con la familia, tensión por el manejo de las finanzas, hasta temas existenciales: ¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Por qué no logro los propósitos que defino cada año? Entre muchos otros que detonan angustia existencial.
El comienzo de un año y la euforia que lo acompaña se siente para muchas personas como el momento perfecto para hacer un balance de los logros y fracasos y definir la ruta a seguir en la nueva etapa que comienza, lo cual va acompañado de sentirse casi obligado a tomar resoluciones y definir propósitos que le permitan convertirse en una mejor versión de sí mismo o, como dice la canción “año nuevo, vida nueva”, sin embargo para algunas personas el comienzo del año puede ser abrumador, es como si se asomaran a un gran agujero negro en el cual van cayendo lentamente arrastrados por la presión de no lograr cumplir con las expectativas que se tienen ante el nuevo año.
Así que si en lugar de optimismo y alegría sientes miedo, no estás solo, varias personas sienten algo similar, pero es posible afrontarlo y retomar la ruta del equilibrio. En lugar de sentirse culpable o presionado a hacer grandes cambios en su estilo de vida, una alternativa más alcanzable puede ser preguntarte ¿qué es lo que realmente necesitas? O mejoraría tu vida. Hacer pequeños cambios sostenibles en el tiempo puede ser más motivador y puede actuar como catalizador de cambios más grandes al modificar poco a poco la manera en que nos comportamos:
· Cambia los propósitos de año nuevo por una rutina consciente: suena menos “instagrameable” definir tu rutina consciente, que inscribirte a una media maratón y renunciar al chocolate, pero son las pequeñas acciones las que construyen tu vida, así que elige una acción positiva como ejercitarte o meditar y repítela cada día hasta que haga parte de tu vida.
· Renuncia a la aprobación social: no tienes que cumplir con la lista de propósitos que ves de otras personas en redes sociales, es preferible realizar una sola acción como salir a caminar cada día y lograrla a sentir estrés y ansiedad de no cumplir con las diez cosas que dijiste que cambiarias.
· Si no estás seguro por dónde empezar prueba incluir alguno de estos micropasos en tu rutina que pueden mejorar notablemente tu bienestar integral:  sal a caminar 15 minutos por día, toma un vaso de agua al despertar y cada hora que estés activo, ayuda una persona, escribe cinco cosas de las que te sientes agradecido, no comas dulces, incluye más verduras en tus comidas, sonríe, mueve tu cuerpo cada hora, duerme 8 horas al día. Medita.
Todo parte de dar un primer paso sin esperar grandes cambios, solo teniendo la intención de mejorar un poco tu vida y veras como la suma de pequeños esfuerzos te permite avanzar a tu propio ritmo sin necesidad de presionarte a ir más allá de lo que quieres o puedes lograr hoy.