En el libro que publicó el año pasado el profesor Cesar Augusto Montes Loaiza con ocasión de los 50 años de la Universidad de Manizales se narran detalles del asesinato de Ramón Castillo Marulanda, de 45 años, baleado el 19 de febrero de 1996 a la salida de la universidad, justo por donde hoy planean construir el Bulevar de la 19. Acababa de salir de clase.
Castillo era catedrático de Derecho Agrario en la UManizales y ejercía también como secretario de la Facultad de Derecho de la Universidad de Caldas. Oriundo de esta ciudad, fue el primer alcalde elegido popularmente en Apartadó en 1986 y se salvó de dos atentados hasta que se exilió durante cuatro años en Suecia y Holanda. Militó en la Unión Patriótica, en cuya organización llegó a ser el segundo en la línea de mando después de Bernardo Jaramillo Ossa, y aunque pensó que en este “remanso de paz” podría resguardarse de las balas, cinco tiros acabaron con su vida.
A Bernardo Jaramillo Ossa, exsenador, candidato presidencial y egresado destacado del Instituto Manizales y de la Universidad de Caldas, lo mataron el 22 de marzo de 1990 en Bogotá, cuando apenas tenía 34 años. El nexo común entre ambos, que se convirtió en su lápida, fue pertenecer a la Unión Patriótica, un partido que nació en 1985, luego del proceso de paz de Belisario Betancur con las Farc. Según el fallo del pasado 30 de enero de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la UP sufrió un plan de exterminio sistemático, llevado a cabo por actores estatales y terceros, que dejó más de 6.000 víctimas. En palabras sencillas: el Estado colombiano es el responsable del exterminio de la UP.
Ese plan de exterminio operó en esta región con perpetradores y víctimas locales. En el capítulo “Eje Cafetero” de “Colombia adentro”, uno de los volúmenes del Informe Final de la Comisión de la Verdad, publicado el año pasado, se indica que según la Corporación Reiniciar “entre 1985 y 2003 un total de 28 militantes de este movimiento (la UP) fueron reportados como víctimas en la región, incluyendo 17 homicidios, nueve de ellos en Caldas, siete en Risaralda y uno en Quindío”.
Una de las primeras víctimas fue Rubén Castaño Jurado, asesinado el 28 de noviembre de 1985 en la puerta de su casa en el centro de Manizales. «El tipo que venía por detrás le dispara cuatro veces, todos los tiros mortales y luego se acerca y le da un tiro de gracia en la cabeza. En la esquina estaba mi hermano, que fue testigo [...]. El tipo lo remata, va y se monta en la moto, la moto se les vara, la moto no les funciona, mi hermano sale corriendo detrás de ellos, los tipos prácticamente empujando la moto, la policía en la esquina no se movió, no hicieron absolutamente nada, los tipos se fueron con la moto apagada [...]. Capturaron a un personaje que inclusive hoy en día anda por ahí suelto. Estuvo unos días encarcelado, unos meses y luego lo soltaron [...]. Era un miembro activo de las Fuerzas Militares del Ejército, pero en el caso está también implicado el comandante de la Octava Brigada del Batallón Ayacucho que fue condenado por paramilitarismo», se lee en el Informe de la Comisión.
El 19 de julio de 1990 asesinaron a Luis Gonzalo Castaño, concejal por la UP e hijo de Rubén Castaño. Lo mismo sucedió con Gildardo Castaño Orozco, fundador y principal dirigente de la UP en Risaralda, baleado en Pereira el 6 de enero de 1989 y por cuyo crimen fueron condenados dos miembros de la Policía Judicial que trabajaban con el Ejército.
Estos son apenas algunos ejemplos. Abundan los testimonios sobre torturas en instalaciones policiales y militares, amenazas, desapariciones y desplazamientos forzados, allanamientos arbitrarios y violencia sexual. El fallo de la CIDH le impone obligaciones al Estado colombiano como responsable por estos crímenes, para resarcir a los familiares de las víctimas y también para reparar la memoria colectiva, como fijar placas conmemorativas, producir un documental, realizar campañas en medios y foros en universidades, entre otras. Estaremos atentos a ver qué de eso aterriza en esta región, tan golpeada por esa violencia, y también tan desmemoriada.