No cabe duda que todo proceso de reconciliación se consolida con la dejación de armas de los grupos que estaban al margen de la institucionalidad. Más allá de lo discutido en los acuerdos de los procesos de paz, plasmado en documentos, la materialización de la voluntad de querer reincorporarse a la sociedad se cristaliza con la entrega del material bélico utilizado en la confrontación armada.
Me refiero a este tema por la importancia de lo ocurrido durante las últimas semanas cuando las Farc entregaron las armas que estaban en su poder, con la garantía que se mantendrán en custodia de las Naciones Unidades para posteriormente ser destruidas.
Justamente la ONU certificó que a la fecha tiene registradas más de siete mil armas que fueron entregadas, en cumplimento de los acuerdos pactados entre el Gobierno y las Farc.
La labor de la ONU en este proceso de dejación y destrucción del armamento será fundamental, lo importante es que esté cerca el día en que el desarme de las organizaciones al margen de la ley sea una realidad y que el monopolio de las armas regrese al Estado tal como lo establece la Constitución Política.
Respecto de este asunto el Gobierno Nacional debe ser transparente ante la opinión pública, porque no genera confianza la falta de claridad sobre la cantidad de armas que ya fueron entregadas, por lo que no son bien recibidas las contradicciones suscitadas frente al porcentaje de fusiles, lanzagranadas, explosivos y demás, recibidos por la ONU. Se dice que en la guerra la primera afectada es la verdad, por el contrario en los procesos de paz ella debería ser salvaguardada como uno de los pilares para resarcir a las víctimas y sobre todo para que al pueblo colombiano no le quepa duda siquiera sumaria que efectivamente fueron entregadas el 100% de las armas que por décadas lesionaron y atentaron la vida, dignidad y tranquilidad de todo un país.
Claro está que frente al armamento que aún se encuentra en poder de las Farc se puede dificultar la recuperación de la totalidad de estos elementos; de acuerdo con lo registrado por la ONU, podrían ser más de 900 las caletas en todo el territorio nacional. Por lo tanto, se espera que dicho grupo guerrillero asuma su responsabilidad frente al proceso y devele sin excepción las citadas caletas y entregue efectivamente la totalidad del armamento con el que se mantuvo en la ilegalidad durante más de 50 años.
Los plazos estaban dados, sin embargo no fue posible cumplirlos, lo único que se espera es que llegue muy pronto el día establecido para el desarme total de las Farc y el primero de agosto, fecha en que deberían desmontarse las zonas veredales, será el término que tienen las partes para acabar con los pertrechos utilizados para la propia seguridad de los exmilitantes guerrilleros y aquellos que aún queden en caletas.
Lo importante aquí es que se logre recuperar todo el componente de guerra guardado por la guerrilla, para evitar que llegue a estructuras disidentes o grupos criminales. Ese justamente es el temor de algunos sectores políticos, quienes consideran que parte del material bélico que fue utilizado por las Farc ya puede estar en poder de otras organizaciones ilegales.
Más allá de la discusión por la cantidad de armas entregadas por las Farc y la existencia de caletas cuya ubicación no sea revelada, es preferible tener esos elementos en contenedores, dispuestos para su destrucción, en lugar de ser manipulados para atentar contra la vida de soldados, policías o civiles, que sufren las consecuencias del conflicto interno.
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