Como es sabido, el pasado mes de enero recibí una beca de la universidad en la que estudio en Europa. Hoy, me encuentro envuelta en una absurda polémica en la que, tal como lo expuso el columnista en este medio, no solo se me cuestiona si soy digna de tal beca, sino que incluso se pone en tela de juicio mi derecho a estar estudiando en Europa.
Señor Columnista, he sido yo quien ha tomado la decisión de estudiar en el extranjero, no porque no quiera enfrentar junto con mis compañeros las múltiples luchas que han llevado en los últimos años por la búsqueda de una educación pública de calidad, una mejora en las infraestructuras de las universidades o contra el recorte anual y sistemático del presupuesto en educación, pues coincido con estas causas. Siempre he considerado que una gran reforma en el sistema educativo es la piedra angular para sacar al país de la aberrante situación de desigualdad en el que se encuentra.
Aunque no esté estudiando en Colombia siento profundamente el deseo latente de ver nacer y ayudar a construir un sistema de educación digno, público y gratuito, cambiando el preconcepto incrustado en las élites políticas del país que concibe la educación como un negocio que, en orden de agenda política va siempre por debajo de la continuación de una guerra sinsentido.
De la misma manera, puedo constatar que mi padre comparte este mismo deseo y que sus acciones, así como los paros estudiantiles mismos, a diferencia de lo que usted insinúa en su artículo, van precisamente en busca del progreso del sistema educativo. Comparto con usted que la educación en Colombia tiene muchos puntos a mejorar, es precisamente por ello que se debe apoyar las protestas pacíficas y las movilizaciones de la sociedad civil, para fomentar el diálogo social y llegar entre todos a acuerdos concretos traducidos en políticas públicas que permitan mejorar nuestro sistema de educación público, para que sea de calidad.
La realidad es que he decidido estudiar en el exterior por motivos mucho más personales originados por la agitada vida política del país de la cual mi padre hace parte y que, queriéndolo o no, ha envuelto a mi familia en una nebulosa de presiones y agresiones constantes. Desde insultos, amenazas e infiltraciones en casa de mi familia hasta sexualizaciones de mi imagen a temprana edad, acosos con videos y fotos vulgares han sido parte de mi cotidiano y se han agudizado desde la campaña presidencial de 2018.
Soy consciente de que formo parte de un sector privilegiado y agradezco cada oportunidad que he tenido en Colombia, sin embargo, un cambio de ambiente para tomar perspectiva me pareció pertinente. Consideré que analizando y estudiando mi país desde fuera, sin estar sometida a presiones y desde un ángulo global podría comprender mejor la realidad social y política de nuestro país.
Adicionalmente, al cursar una carrera de políticas y sociedad, me parecía importante construir mi propio camino y dar mis propios pasos sin el peso de una sombra política que por mi apellido llevo sobre los hombros en Colombia. Aquí en Europa, desde el anonimato puedo formarme y aprender para en un futuro regresar y en la medida en la que pueda luchar por hacer avanzar a mi patria.
Ya sea en Europa o Colombia, mi conciencia está tranquila pues vivo de recursos ganados de manera honesta, cosa que considero fundamental y de la que me siento orgullosa y que no todos los hijos de otros políticos en Colombia pueden dar certeza. En suma, además de haber superado unas pruebas de selección de entrada a la universidad, he conseguido una beca que todos aquellos que cumplan los requisitos exigidos pueden solicitar y, como usted lo ha dicho, solo debería ser motivo de orgullo para mi familia y mi país.
Finalmente, confieso que me desconcierta ver que este sea un tema de discusión mediática, habiendo tantos temas realmente importantes por tratar. Y quisiera terminar recordando que ser socialista no significa querer que todos vivamos en la pobreza, en ningún caso se busca empobrecer al rico, sino enriquecer al pobre, siguiendo el lucero de la igualdad entre todos y todas. Por ende, no es incoherente que la hija de un político de izquierda tenga la oportunidad de estudiar en el extranjero.
Por mi parte, puedo asegurar que aprovecharé al máximo de esta experiencia para trabajar, en un futuro, por la búsqueda de esta anhelada igualdad de oportunidades en Colombia. A mis compañeros universitarios les digo que, sigamos movilizándonos y que con un poco más de paciencia y persistencia alcanzaremos nuestros objetivos.
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