Todo gasto tiene su defensor; nunca hay suficientes armas, hospitales, nóminas o subsidios. Las necesidades no se agotan en una vigencia fiscal, porque resolver todo al mismo tiempo quiebra al país. Dada la actual estrechez, sorprende que el gobierno expanda subsidios en $11,8 billones. En vez de presentar una reforma tributaria donde se aumenta el ingreso en $11,6 billones, se quiere hacer una donde en paralelo se dispara el gasto y cuesta $23,4 billones. La dicotomía de aumentar impuestos para salvar lo social, no es precisa. El incremento de impuestos puede que sea necesario, pero entre menos daño hagan, mejor. En el primer trimestre en Colombia la fuga de inversión de portafolio fue de US$1.027 millones, 50,4% más que el año pasado.
Se debaten las tributarias separadas del presupuesto para no inducir populismo ni equivocación. Desde 1992, aunque deja temas exentos, la Corte Constitucional ha dicho que no debe haber impuestos con destinación específica. Ningún congresista vota en contra el “impuesto para los pobres” o el de “la seguridad.” No permitir un mal diseño del tributo porque la finalidad sea loable. Se separa el trámite de uso y fuentes para ver la película entera. Más gasto social no tiene que significar más impuestos, por ejemplo, puede ser menos infraestructura o más deuda. Recaudar de manera más eficiente para gastar de manera eficaz.
De las reformas de gasto anunciadas, la optimización de subsidios de energía focalizando no solo con estratos sino con Sisbén, no genera presión fiscal y solo optimiza resultados. También la devolución del IVA para población pobre es el gancho que permite que la expansión de tarifa del 19% no sea regresiva. El monto del beneficio y sus beneficiarios se calibrarán en el trámite. Hasta ahí no hay decisiones de fondo de presupuesto.
Quedaría pendiente otro debate, la expansión de gasto: Ingreso solidario permanente, expansión Generación E, subsidios a cotización de seguridad social, y extensión del PAEF. Todas ideas bondadosas, pero su debate correcto es en el marco del presupuesto donde otros programas pueden dar argumentos por la disponibilidad recursos. La amenaza de acabar programas, o no se aprueba la tributaria, es falsa. Igual se puede volver a presentar el 20 de julio con el resto de presupuesto.
El reciente estudio de Fedesarrollo sobre gasto social debería causar reflexión sobre el universo de subsidios, no seguir aprobando más programas a retazos. En vez de crear nuevos, expandir existentes como Familias sin Tierra, Jóvenes y Familias en Acción, y Colombia Mayor. Su condicionalidad hace que por peso invertido sean los que más bajan la pobreza y disminuyen desigualdad.
Ampliar Familia en Acción trae la herramienta para luchar contra la deserción escolar que ha causado la pandemia. También sale más barato asumir el pasivo pensional de las universidades a cambio de ampliar cupos, contratar profesores, y mejorar infraestructura que ampliar Generación E. Aunque su concepción es diferente, la devolución del IVA e Ingreso Solidario acaban con el mismo resultado, mandar cheques a las casas. Hay otras herramientas sociales que dan más resultados. Lo otro sería hacer una reforma tributaria menos ambiciosa y con recorte de otro gasto fortalecer estas causas.
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