¿Tiempos de crisis? Confinamiento a causa del coronavirus, nuestras vidas están en alto riesgo y el mundo entero está en dificultades, todo se paraliza y las noticias son abrumadoras, los medios de comunicación nos mantienen al tanto de la cantidad de muertes, las decisiones estatales guiadas por intereses políticos, la pobreza y la escasez, nos obligan a replantearnos, ¿cómo mantenerme y mantener a salvo a mi familia? Solo imaginarnos la vida sin ellos nos genera un vacío en el estómago... Luego recordamos hace seis meses y la nostalgia nos embarga, pensamos en el último abrazo que dimos, intentamos imaginar el día que sigue, como de costumbre para escapar de la melancolía, pero sorpresa, no tenemos como predecir ni siquiera el futuro cercano, todo se ha salido de las manos, los planes ya no están, viajamos al pasado más veces de las que imaginamos. soñamos con regresar a la normalidad, lamentamos no haber aprovechado el tiempo, los recursos y las personas, sabemos que somos vulnerables y el estrés se apodera de nosotros, nos volvemos adictos a los pensamientos negativos y gastamos nuestra energía en el pasado.
Según múltiples neurocientíficos alrededor del mundo, estamos frente a la oportunidad de realizar un cambio y conectarnos con nuestro YO interior y entrar en coherencia con el ser en el que nos vamos a convertir. Las personas que viven constantemente bajo el efecto de las hormonas del estrés (70% del tiempo), están viviendo en modo supervivencia: cuando perciben alguna amenaza en su entorno y tienen la percepción de algo podría empeorar, se activa el sistema nervioso primitivo, de lucha y huida. Gracias a esto se cambia de atención de un lado al otro, activando circuitos individuales en nuestro cerebro y así empieza a operar de forma desordenada e incoherente.
Cuando el cerebro es incoherente, tú eres incoherente. Esto lleva al cerebro a trabajar como una casa dividida contra él mismo. El estrés provoca que el sistema nervioso primitivo quiera hacer tres cosas, correr, luchar o esconderse, así que el sistema de emergencia se activa y el corazón corre más rápido, bombeando sangre a nuestras extremidades, preparando al cuerpo para alguna de estas tres acciones. Sin embargo, nos encontramos en reuniones, con los niños, con los jefes, en el trabajo. Nos obligamos a pisar el acelerador y el freno al mismo tiempo, lo que provoca que el corazón también comience a funcionar de forma incoherente logrando que dejemos de confiar en nosotros, al mismo tiempo que se mandan señales de mal funcionamiento al cerebro y empezamos a sufrir enfermedades o desequilibrios.
Entre el 80%-90% de lo que pensamos al día es exactamente lo mismo que pensamos el día anterior. Así que todo permanece igual en el cuerpo si tú permaneces igual. Los nuevos pensamientos, nuevas actividades, nuevas experiencias en familia, nuevos comportamientos, emociones y sentimientos, que pueden inspirar nuevos pensamientos, comienzan a cambiar nuestra biología y empezamos a notar cambios significativos en el cerebro y en el cuerpo. La coherencia cerebro-corazón cambia nuestra salud y nuestras vidas. La energía nueva con la que empieza a contar el cerebro le permite contar con un mayor conocimiento, o un mayor de nivel de consciencia, para desarrollar nuestras vidas, estar más presentes y tomar mejores decisiones, pensar más allá de las limitaciones o las condiciones del entorno.
Así que queremos hacer un llamado a aprovechar esta oportunidad de cambio, cuando podemos empezar a usar nuestros pensamientos para crear un orden interior que nos permita mejorar nuestras vidas y tener la energía para aportarle al nuevo mundo que se nos abre.
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