Cuando aparece una fecha especial habitualmente celebramos con un banquete y ponemos todo nuestro empeño para que los invitados se sientan lo mejor posible. Llama la atención que Dios también prepara un banquete y somos los invitados a participar como ciudadanos del Reino. Sólo que hay unas condiciones para entrar.
El pueblo judío desde el Antiguo Testamento ha tenido la convicción de ser el pueblo elegido por Dios. Era el pueblo más pequeño y siempre tuvo que conquistar la tierra frente a habitantes grandes y poderosos, los cuales, terminaron derrotados, no por la fuerza del pueblo de Israel sino por la acción de Dios que en todo momento peleó por él. Lo importante es saber que cuando el pueblo colocaba sus fuerzas y su confianza en el Señor vencía; en cambio, cuando ponía su seguridad en él mismo, perdía.
Los publicanos y pecadores eran considerados no bendecidos por Dios y por lo mismo debía evitarse todo contacto con ellos para no perder el estado “puro” y así ser aptos para celebrar en el templo. Así comprendemos cómo la actitud de Jesús al acercarse a los pecadores causaba no sólo sorpresa sino escándalo a los fariseos, muy cumplidores de la ley, a los escribas que eran doctores de la ley y a los sumos sacerdotes.
Jesús se esfuerza por purificar las actitudes de quienes, creyéndose puros y buenos, desprecian a los pecadores y les retiran su amor. Parábolas como la del Padre misericordioso, revelan la actitud de Dios Padre que no quiere la muerte del pecador, porque Dios ama a todos, sino que se arrepienta y viva. Esta es la alegría del Padre: que sus hijos no se mueran a causa del pecado.
En el ambiente judío corría la historia que un publicano rico de nombre Bar Maián al momento de su muerte recibió una honorable sepultura. Se paró el trabajo de la ciudad y todos los ciudadanos manifestaron públicamente su participación en el dolor. Pero también murió un escriba piadoso y pobre y la ciudad siguió su ritmo normal… ninguno se detuvo a manifestar el dolor. Esta historia suscitó un grane problema que fue debatido en las escuelas de los rabinos. ¿Dónde está la justicia de Dios que no vela sobre los suyos y permite que los impíos sean alabados por todos? La respuesta a esta pregunta fue la siguiente: el publicano había realizado una sola obra buena en su vida y esta obra no podía ser cancelada por una obra mala posterior porque la muerte le llegó por sorpresa en aquel momento. Debía ser recompensado por Dios.
¿Cuál fue esta obra buena recordada? El publicano con el fin de congraciarse con la alta sociedad y ser aceptado por ella, había ofrecido un gran banquete invitando a todas las personas más representativas: fariseos, escribas, sacerdotes… pero estos no aceptaron la invitación, pues no podían abajarse hasta comer con un pecador, sería una vergüenza acogerlo en la alta sociedad. Esta actitud le abrió los ojos y lo condujo a la decisión de romper con los invitados y con la sociedad a la que ellos representaban.
En el Evangelio de hoy, Jesús se compara con este publicano y presenta el banquete del Reino de la misma manera. Los que habían sido invitados al banquete no aceptaron; la tiniebla no ha querido recibir la luz: “vino a los suyos y los suyos no lo recibieron”. “La piedra fue rechazada por los arquitectos y era la piedra angular”. En cambio, los pobres, los publicanos, las prostitutas, los cojos, los ciegos, sí lo aceptaron y le creyeron. La soberbia no dejó a los unos aceptar el Reino; la humildad y la pobreza, hizo que los otros fueran capaces de aceptar el Reino y alcanzar la vida.
Cuando tú y yo ponemos nuestra seguridad en nosotros mismos y pretendemos alcanzar la liberación de todo lo que nos hace sufrir, con nuestras propias fuerzas, nos equivocamos y quedamos sin el vestido de fiesta. Aquel vestido es el que se nos entrega en el momento del Bautismo: la vestidura blanca. El blanco es la resurrección. ¿“De qué les sirve ganar el mundo si pierden la vida”?
Director del Departamento de estado laical de la Conferencia Episcopal de Colombia
Isaías 25, 6-10; Salmo 22; Filipenses 4,12-14.19-20, Mateo 22,1-14
¿“De qué les sirve ganar el mundo si pierden la vida”?
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