Esta semana tendremos una versión más de "Cafés de Colombia Expo 2017" la feria de cafés especiales organizada por la Federación. La reunión promueve la integración de la cadena de valor para dar a conocer las tendencias e innovaciones del mercado; contará con eventos académicos, comerciales y culturales para el intercambio de conocimiento, establecimiento de contactos y negocios entre los participantes del sector.
La feria es el espacio propicio para mostrar diferenciación, café de alta calidad que por sus atributos sensoriales exprese la identidad de cada origen dentro de la infinita diversidad que tiene nuestro país. En un mercado creciente donde cada vez hay más tostadores buscando el café que no tienen los demás, hay muchas posibilidades de abrir puertas comerciales por fuera del tradicional mercado de commodity y certificados que domina nuestra industria. Debemos comprender muy bien de qué se trata esta feria, aquí, como departamento, debemos llevar café que cumpla con los escrutinios mínimos necesarios que les permitan acceder a mercados de alto valor, la responsabilidad de los productores y los catadores que seleccionan el café de la feria es muy grande, pues está de por medio la reputación de nuestro departamento como origen de café especial. Llevamos varios años trabajando en la formación de nuestros caficultores para que adopten el concepto de lo que debe ser un café especial y Caldas ya ha visto fruto de ese trabajo con distinciones y precios importantes en subastas especializadas.
Colombia ha trabajado en varios frentes buscando generación de valor. Desde 2006 en Europa con la denominación de origen (DO) Café de Colombia y otras regionales ha tratado de buscar reputación que genere valor en un mercado donde predominan las mezclas. El problema es que tenemos una gran diversidad de perfiles; dentro de una finca, de una finca a otra, de una vereda a otra y de un municipio a otro.
Las DO demasiado amplias y generales impiden diferenciar las diversidades locales y homogeneizan en vez de diferenciar, lo cual conlleva a que algo que debería ser un instrumento de desarrollo territorial no puede demostrar el vínculo entre región y calidad del café. De esta manera se malgasta una estrategia de valorización de productos que en muchas partes del mundo es garantía de excelentes resultados económicos para los productores. Tristemente nuestras DO no han generado el valor que deberían.
Los cafés certificados y con sellos han sido otra manera de diferenciarnos del café corriente, infortunadamente, como lo he expresado en múltiples ocasiones, esta tampoco ha sido una solución a la sostenibilidad económica de nuestros productores, grandes corporaciones se apropian de estos orígenes por mínimos sobreprecios y una vez en sus manos adquieren el valor y la trazabilidad que, ellos sí, cobran a sus clientes.
Tenemos dos opciones: seguir como vamos, en 35 años hemos perdido el 60% de nuestro valor, los US$1,30 de 1986 es la misma cifra que se paga hoy en dólares, equivalen a US$0,52 de la época o US$3,0-3,40 de hoy con el ajuste inflacionario; o generamos valor fuera del commodity y salimos a venderlo mejor.
Empoderados del valor de nuestro café, con gestión comercial institucional medida con resultados, como nos toca a los productores cada día, tenemos que salir a vender en los mercados que lo demandan y que lo están pagando bien. Es loable la gestión del Dr Roberto Vélez pidiendo en foros globales que nos paguen mejor el café, pero eso buenamente no va a pasar, la crisis crónica debe ser el detonante para que busquemos oportunidades y no nos quebremos "paliando" el oro del cual se lucran todos, menos los productores.
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