Al parecer se adelantaron mucho a su tiempo los constituyentes del 91 al crear el Ministerio de Cultura, porque sigue siendo un concepto mal entendido. Lo que en el ámbito del Ministerio se plantea, en los departamentos sufre un deterioro y cuando esos lineamientos llegan a los municipios se estancan, porque nadie sabe aplicarlos. Bogotá florece mientras que Samaná languidece y el rubro de cultura es el más bajo, porque la cultura es muy económica.
¿Es posible que haya funcionarios que confundan recreación con cultura? La recreación es importante, pero en ningún momento tiene el impacto en la vida de un ser humano como la cultura. La cultura no entretiene, ella produce un cambio en el ser humano. La una le produce un bienestar físico y la otra lo eleva espiritualmente. La una lo vigoriza físicamente, la otra lo empodera por medio de la conciencia. Criterio y metodologías en este caso no se comparten. Un buen recreacionista está perdido en una biblioteca y un bibliotecario igualmente se sentirá extraño al verse en una cancha de fútbol. ¿Por qué insistir en sumar estas actividades? Cultura tiene el poder de hacer ciudadanos, la recreación solo entretiene gente. La confusión existente la vemos en el Instituto de Cultura y Turismo, acá en Manizales, donde tratan de amalgamar dos campos de acción de muy diferente valor.
La decadencia de la cultura se da no solo cuando esta toma un rumbo equivocado, sino, hablando de nuestro medio, cuando esta ni siquiera existe. ¿De los 27 municipios caldenses, cuántos cuentan con una infraestructura física idónea para cultura? ¿Todos los planes gubernamentales están siendo ejecutados? ¿Esos logros se pueden medir en resultados que vayan más allá de estadísticas oficiales? Muchos municipios, por su categoría, no cuentan con una dependencia exclusiva para cultura y se convierten en invitados de piedra de otras áreas. Hacer eventos no es automáticamente sinónimo de cultura; unas fiestas patronales pueden ser cultura, o convertirse en una bebeta masiva. Si no hay conciencia de cultura, me pregunto ¿con qué herramientas se enfrentarán esas regiones a los cambios? Y en ese caso sí se puede hablar de pueblos olvidados, porque estos no entendieron ubicar su rumbo a tiempo y confundieron los conceptos.
Es mucho lo que el Estado en sus tres representaciones, nacional, departamental y municipal, debe hacer para captar el espíritu de las leyes emanadas de la Constitución. Para eso se necesitan funcionarios idóneos que surjan del mismo sector, para reformar o terminar de estructurar nuestro devenir cultural. La enfermedad que padece la cultura nuestra no es mortal, pero si no se interviene en un tiempo, más corto que largo, se convertirá en una calamidad costosa.
Ha contado la cultura en Caldas con un funcionario consciente de lo complejo que es el reto de poner en acción esa gran máquina, sus logros han llamado la atención del Ministerio de Cultura y la han exaltado. Lindon Chavarriaga lucha en Bogotá por Caldas, y en Caldas lucha por la cultura. Su inminente salida del cargo debería ser meditada muy bien por el nuevo gobernador. Con este hombre se ha ha avanzado, y si no hay una propuesta completamente innovadora, actuaría como un sabio el futuro mandatario departamental dejando que este hombre continúe con su fructífera labor, que realmente contrasta con todo lo que hemos visto desfilar por esa Secretaría en las últimas décadas.
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