Se está estrenando en las salas de Cine en Colombia el documental “El Sendero de la Anaconda”, producida por la empresa de medios Caracol. En este trabajo cinematográfico es protagonista el antropólogo canadiense Wade Davis, el cual, de una forma un poco abigarrada, pretende promover una conciencia acerca del potencial y la responsabilidad que tiene Colombia como nación, siendo dueña de una parte de la cuenca del río Amazonas. Toca este hombre en su trabajo un gran número de temas sin lograr una conexión entre ellos. Trata asuntos como la mujer indígena, el cambio climático, las caucherías, o sus anécdotas personales para pasar a unas apreciaciones acerca de la fotografía, resaltando a cada rato la labor de su ídolo Richard Schultes, científico norteamericano que durante parte de la guerra mundial estuvo en la selva colombiana, no dicen con qué autorización, buscando una especie de caucho resistente a ciertas enfermedades y promover este cultivo ya que los japoneses con su participación en la guerra se habían tomado todas las importantes plantaciones de hevea en el Asia, dejando a los Aliados sin ese importante recurso natural.
El ponderado científico Schultes no vino a Colombia por el amor a este país y poco le importó su historia y cultura, sino se centró en los temas botánicos y después en aspectos antropológicos de ciertas tribus indígenas. No veo el aporte de este investigador a la ciencia nacional, y no resiste comparación con otros colombianistas como el geógrafo de la Universidad de Stanford James Parsons, o el mismo Juan Friede, hombre de negocios alemán, que investigó la historia indígena y profundizando en ese tema llegó a la historia nacional compenetrándose con Colombia. También se me viene a la mente Paul Rivet, etnólogo francés que cimentó esa rama de la ciencia en nuestro país, educando la primera pléyade de etnólogos como Virginia Gutierrez de Pineda.
Para Davis no existen otros trabajos que los de Schultes, desconociendo que hasta en la literatura Colombia ha hechos esfuerzos, seguramente fallidos para él, en integrar ese territorio que resulta ser la mitad del país si uno se basa en extensión kilométrica. Al gran José Eustasio Rivera y su “Vorágine” no les dedica ni una sola frase, y son este autor y novela una de las más interesantes manifestaciones de la defensa de los derechos de los indígenas y defensa del medio ambiente. ¿Irrespeto, desconocimiento o ligereza de los productores? Los productores en vez de cederle la palabra a lo novela “La Vorágine” y lograr el puente con ese icono de la cultura colombiana, se la cede a Martin von Hildebrand, otro investigador norteamericano que por cierto viene haciendo trabajos de importancia por el Amazonas y su gente.
Queda un público entusiasmado por la belleza de la fotografía, hecha en su mayoría con drones, que asumirá una posición en la cual los gringos juegan un rol protagónico ya que solo ellos han descubierto esa región y su problemática. ¿Me pregunto si de las investigaciones de Schultes hay copia en algún archivo colombiano, especialmente de la fotografía? Creo que hay un tema de derechos de autor no resuelto en esa superficial cinta que no logrará sembrar esa importante semilla de la conciencia ecológica en los colombianos, porque el Amazonas es un elemento clave para la supervivencia del planeta Tierra.
Se nota que el documental se filmó con poco tiempo, procurando no invertir mucho dinero. No hay una sola toma de una anaconda, serpiente mitológica, que le da nombre a este trabajo, fuera que la música desmerece el propósito de salvar al Amazonas y la gente que lo habita hace miles de años por el bien de toda la humanidad.
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