Carlos Ocampo Trujillo verdaderamente es un luchador infatigable e incorregible. Con el apoyo del siempre activo diputado Mauricio Londoño organizaron, el miércoles pasado, un foro en la Asamblea Departamental sobre el Paisaje Cultural Cafetero y colombiano como estos dos expertos en turismo recalcan. Conozco el interés y preocupación que Carlos Ocampo tiene por el turismo y por el PCC, pero no entiendo como este hombre se sigue gastando con este tema. El PCC es, técnicamente, propiedad y responsabilidad de la Federación Nacional de Cafeteros que mira con recelo y muchas veces con razón, que se trate de ese tema.
Asistí al foro para oír al profesor Gonzalo Duque, otro hombre importante y desinteresado, que le recalcó en términos categóricos a la Asamblea que la Federación cometía un error al confundir agroindustria cafetera y paisaje cultural implantando una incoherencia que tal vez ese sea el origen de tanta confusión alrededor de este asunto. Gonzalo Duque habló del paisaje como sujeto de derechos, concepto que la Federación no ha asimilado y muy probable que la misma UNESCO no haya implantado.
Con alarma oí los aportes de Fabio Rincón, jefe de la Cátedra UNESCO de la U. Nacional que decía que no había posibilidad de decir con certeza de cómo va el PCC porque no se han actualizado cifras, que se carecían de los estudios pertinentes. O sea, se navega con un capitán que desde Bogotá da sus órdenes a ojo, porque está falto de un mapa de ruta actualizado. Había tenido la importante oportunidad de ser aleccionado por Alfonso Ángel hace varios años, el cual, toda una tarde, me explicó cómo funcionaban el PCC y la FNC, garantizándome que la declaratoria nunca correría riesgo de perderse, ya que el convenio anual con los franceses preveía ciertas turbulencias, pero lo que no me explicó el director del Comité Departamental de Cafeteros de Caldas de ese entonces, era la clasificación de las turbulencias porque me imagino que debe haber unas que afecten la imagen hacia el exterior y otras que tienen desenlace local y creo que cuando un asunto no avanza, están retrocediendo, porque el mundo es muy dinámico y castiga la inercia.
Curiosamente el foro estaba centrado en turismo, asunto que la declaratoria no coloca en el lugar tan destacado como lo hacen nuestros dirigentes. Hablaron los encargados del termalismo y de las bicicletas, llamándome la atención la labor de Trail Hunters un operador que atiende ese tipo turismo como negocio sin depender del Estado, pero nadie supo disipar mi duda acerca del formato de esas participaciones que no me parecían idóneas en un foro de ese nivel, me imagino que estos participantes creyeron estar en una rueda de negocios.
Preguntándole al otro día al organizador Carlos Ocampo acerca de sus impresiones se expresó satisfecho con lo logrado, él es un hombre parco, pero hizo una salvedad: no vio que el Departamento tuviera una posición clara acerca del PCC, dijo retomando la intervención del diputado Hernán Alberto Bedoya y de la Secretaría de Desarrollo, Empleo e Innovación que no dimensionaban las fisuras que presentaba el PCC actualmente. Le pregunté de cómo se imaginaría la celebración de los 20 años del PCC en 10 años y asustado se puso las manos en la cara. No me asombró su reacción y voy a relatar una anécdota del foro que refuerza mi posición. Paula Andrea Toro Santana, jefa de la Secretaría de Desarrollo, Empleo e Innovación, no conocía al profesor Gonzalo Duque una de las cabezas mejor puestas en el Departamento de Caldas, el hombre que más sabe acerca de desarrollo, empleo e innovación en la región. La siempre atenta Ruth Naidu Aranzales nos presentó a la sonriente funcionaria que con frases de trasnochada cortesía dejaban traslucir que desconocía por completo quienes éramos. Que me desconociera a mí, me honró, pero que esta funcionaria se diera el lujo de ignorar los trabajos sesudos de Gonzalo Duque, esa eminencia, es inaudito. Con funcionarios públicos lastrados con este tipo de actitud donde prima la barata soberbia, dudo que muchas cosas importantes cumplan otros 10 años de existencia en el departamento.
Quiero cerrar con otra queja. No entiendo que a pesar de la pandemia donde los cines están abiertos, se puede oír misa y todo está al alcance de la gente, la entrada a la Gobernación sea un lío. Si no hay autorización previa de parte de un funcionario, es imposible entrar a esa sede de la democracia y de la gente.
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