Hace 40 años, el 15 de junio de 1989, un grupo de colombianos goleamos a la muerte 5-0. Después de una pesadilla sobre el cielo de Managua, regresamos a casa vivos, no héroes.
Tripulantes del FAC 1001, Santiago Reyes Borda, funcionario de la cancillería, miembros de la Cruz Roja y de la Defensa Civil, y unos quince periodistas, andamos por la vida luciendo el inri de inmortales… mientras sigamos vivos.
Pocos pueden contar el cuento de que fueron recibidos a balazos cuando se aprestaban a aterrizar en un aeropuerto, en este caso, Las Mercedes, de la capital de Nicaragua.
La guardia somocista le endosó a la guerrilla sandinista la responsabilidad del ametrallamiento del Hércules de la FAC que llevaba alimentos y se proponía repatriar el mismo día a 83 refugiados en la embajada de Colombia en Managua.
Falso positivo, reviró la guerrilla: las inamenas relaciones públicas con metralla incluida, corrieron por cuenta de la gente del dictador Somoza que caería 34 días después. Esperamos haber aportado algo a su caída.
En la actualidad, los nicas están empeñados en sacar a sombrerazos al presidente Ortega, uno de los comandantes de aquella guerrilla sandinista. Digamos sin exceso de originalidad, que la historia se repite porque tiene exceso de imaginación.
El tanque de gasolina del FAC quedó hecho un colador, los frenos quedaron sirviendo para chatarra. “Nos salvamos de milagro. No sé cómo no estalló. El héroe es el Hércules. Pidan que compren otros dos”, resumió el coronel Hugo Beltrán, piloto del avión, una especie de pájaro bobo que resultó con más vidas que el gato.
Claro, perdón por lo de pájaro bobo, porque gracias a la tripulación y al armatoste seguimos amando, ennieteciendo, pagando impuestos, votando, viendo atardeceres. Vivimos horas extras hace 40 junios.
El discreto coronel Beltrán alegó que cualquier piloto en su lugar, habría hecho lo mismo. Ese día, él y su tripulación se graduaron de personajes inolvidables para nosotros.
Convertidos en improvisados cirujanos plásticos, sin ayuda oficial, remendaron como pudieron el aparato que solo pudo volar de regreso a Colombia al día siguiente.
En tierra firme, el cónsul en Managua, Fabio Avella, otro personaje que clasificó para inolvidable, y Reyes Borda, ambos residentes en Canadá, redactaron un lacónico y certero mensaje enviado por fax a sus jefes en Bogotá, encabezados por el presidente Turbay y el canciller Uribe Vargas: “Avión FAC 1001 ametrallado desde tierra entrando aeropuerto Las Mercedes, Managua. Esperando reparación avión”.
Los enviados casi no podemos dar la noticia. El télex del hotel Camino Real -y el anónimo operador, claro- salvaron la patria. La noticia que envié para El Colombiano a través del CIEP nunca llegó a su destino. Como enviado del noticiero Todelar di la noticia al día siguiente. Fue mi mejor trabajo para la radio. Casi todos los de ese vuelo seguimos en circulación. Salud, sobrevivientes.
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