Colombia ha puesto tantas voces en el éter que resulta misión imposible tratar de acomodarlas en una columna que por disciplina editorial no debe pasar de las 650 palabras. La mayoría ya viajó a la dimensión desconocida, y el resto sigue vigente, por fortuna. Veámoslos por sus regiones de origen, aunque sea en forma desordenada:
Antioqueños: Luis García, Iván Zapata Isaza, Pastor Londoño Passos y su hermano Rodrigo; Marco Efe Eusse, Ramón Ospina Marulanda, Guillermo Hinestrosa Isaza, Carlos Cañola, “Martinete”; Carlos Mejía Saldarriaga, Baltasar Botero Jaramillo, Bernardo Tobón de la Roche, Rodrigo Correa Palacio, Hugo Alberto Muncker, Bernardo Hoyos, Otto Greiffestein Gaviria, Hernán Restrepo Duque, Hernán Castrillón Restrepo, Lola Ramírez, Gustavo Rodríguez, Rubén Darío Arcila, Óscar Restrepo Pérez, Eduardo Ávalos Santos, Alberto Lopera, “Loperita”; Édgar Posada Ocampo, Carlos Posada Uribe, Gilberto Elorza Gómez, Francisco Restrepo Arroyave y su primo hermano Carlos Quintero Arroyave; Luis Fernando Posada, Alberto Díaz, Jaime Arturo Guerra Madrigal, Milcíades Longas, Milton Marino Mejía, Benjamín Castro Salazar, Gaspar Ospina, Hernando Madrid, Arturo Bustamante, Darío Álvarez Rodríguez, Édgar Gallego Orrego y Osvaldo González Celis.
Boyacenses: Armando Osorio Herrera, Fabio Becerra Ruiz, Gustavo Niño Mendoza, José Yamid Amat Ruiz, David Cañón Cortés, Efraín Camargo, Édgar Oviedo, Florentino Mesa, Campo Elías Tavera, Héctor Urrego, Ramiro Dueñas, Luis Alfredo Hernández, Néstor Ponguta y Jairo Alonso Vargas, que prefería presentarse como santandereano.
Costeños: Marcos Pérez, Édgar Perea (chocoano “nacionalizado” en Barranquilla); Juan Eugenio Cañavera, Jesús Alzate Arroyo, Ernesto Di Farnesio, Sergio Ramírez, Efraín Peñate, Juan Caballero Morcillo, Antonio Fernández Atencio, Andrés Salcedo, Manolo Villarreal, José Antonio Churio, Ausberto Reynoso, Carlos Ruiz Pacheco, César Augusto Garizábal Fuentes, Alberto Suárez López y Narciso de la Hoz.
Caucanos: Eucario José Bermúdez Ramírez, Juan Harvey Caicedo Pérez y Antonio José Caballero, que se hicieron profesionalmente lejos de las cunas que los mecieron y se consagraron como figuras sobresalientes en los grandes medios hertzianos.
Vallecaucanos: Julián Ospina Mercado, Armando Moncada Campuzano, Jorge Eliécer Campuzano, Joaquín Marino López, Hernán Peláez Restrepo, Wbéimar Muñoz Ceballos, Alfredo Materón Miller y Evaristo Bugallo.
Caldenses: Jaime Tobón de la Roche, Gabriel Muñoz López, Mario Jaramillo Duque, Gabriel Pineda González, Javier Giraldo Neira, Esteban Jaramillo Osorio, Javier Hernández Bonnet, César Augusto Londoño, Mario César Otálvaro, Augusto Salazar Urrea, Jaime Arango, “Turpín”; Carlos Alberto Mejía, Albeiro Cadavid, Diego Zuluaga, Iván Darío Góez, Mario García, Jaime Olaya y Jairo Castro.
Bogotanos: Jorge Antonio Vega Baquero, Eduardo Aponte Rodríguez, Guillermo Díaz Salamanca, Ernesto Rojas Ochoa, Heliodoro Otero Chaves, Jimmy García Camargo, Francisco José Restrepo, (“Mr. Buenas noches”); Jaime Martínez Solórzano, Constantino Arias Polifroni, Teresa Gutiérrez, Gloria Valencia de Castaño, Álvaro Castaño Castillo, Néstor Álvarez Segura y Hernando Téllez Blanco, el autor de libro “50 años de radiodifusión colombiana”.
Cundinamarqueses: los hermanos Pinzón (Carlos y Julio Eduardo); Armando Plata Camacho, “El Chupo”; Julio E. Sánchez Vanegas, “Cacharilas”, y su hijo Julio Sánchez Cristo; Héctor Mora Pedraza, “Espartaco”; Alberto Ríos, “El patico”, y Alberto Piedrahíta Pacheco, nativo de Girardot.
Quindianos: Óscar Arango Flórez, Diego Vargas Escobar, Enrique Pérez Nieto, Judith Sarmiento, Ernesto Acero Cadena y Jorge Eliécer Orozco. 
Santandereanos: Alfonso Lizarazo, Julio Nieto Bernal, Gonzalo Ayala Naranjo, Humberto Martínez Salcedo, Alberto Díaz Mateus, Sofía Morales y Álvaro Fonseca Cornejo.
Otras figuras: Pablo Emilio Becerra, de Ocaña, Norte de Santander; Emiro Fajardo Ramos, Fernando Calderón España, Darío Silva y Hernando Perdomo Ch., del Huila; Édgar Artunduaga Sánchez, “opita” por adopción, y Vicente Cortés Almeida, de Nariño.
La apostilla: Un lenguaraz barranquillero observó una tarde futbolera que Marquitos, el hijo del gran Marcos Pérez, se trepaba por las escalas del viejo estadio “Romelio Martínez”, rumbo a la cabina de locución, con la pretensión de reemplazar a su progenitor en el micrófono, y le gritó a todo pulmón: “Marquitos, tú tienes el nombre de tu padre, pero la voz de tu madre”…