Tenemos a la vuelta de la esquina dos celebraciones centenarias en el departamento de Caldas: la del nacimiento del diario LA PATRIA, la primera, y la del ingeniero civil Gustavo Robledo Isaza, la segunda.
Las dos efemérides se conmemorarán entre marzo y junio del 2021 y darán origen a una serie de evocaciones en la comarca.
El Periódico de Casa fue fundado el 20 de junio 1921 por Francisco José Ocampo Londoño, cuando oficiaba como secretario del Directorio Conservador de Caldas, para promover la candidatura presidencial del general Pedro Nel Ospina, que salió triunfante.
El gran promotor del cotidiano manizaleño hizo parte de esas familias emprendedoras que emigraron de Aranzazu a Manizales a comienzos del siglo XX en busca de mejores horizontes.
Entre sus miembros más ilustres figuró Sinforoso Ocampo Giraldo, ministro de Agricultura del gobierno del presidente Enrique Olaya Herrera.
A esta familia perteneció, no solo don Pacho Ocampo (hermano de Luisito), sino también un grupo de figuras de primer orden que ocuparon ministerios, embajadas, gobernaciones, y hasta la alcaldía de Bogotá, cargo en el que sobresalió Augusto Ramírez Ocampo, mancorna del presidente Belisario Betancur.
Pasemos ahora a Gustavo Robledo Isaza, el creador de ideas prodigiosas, el que más sabe de carreteras en Colombia y que ha sido considerado un Julio Verne criollo, nacido en su Manizales del alma el 14 de marzo de 1921, ciudad de la que fue alcalde en dos oportunidades. En su primer período le tocó presidir la edición inaugural de la Feria anual, que ya va por los 67 años de existencia. En el régimen turbayista fue viceministro de obras del cucuteño Enrique Vargas y del caldense José Fernando Isaza, nieto de los poetas Jaramillo-Isaza. Lástima que no coincidieron en esa cartera Robledo y Germán Cardona, pues hubiesen hecho bellezas en infraestructura, en ese ministerio, con sus mentes visionarias.
Este sábado hizo su arribo a los 99 años y se ha puesto a doce meses de su centenario de vida: es un referente obligado cuando de hurgar en la historia se trata. Hace gala de una envidiable vitalidad, una deliciosa chispa, un fino humor que mantiene a flor de labios, y una memoria prodigiosa, que le permite recordar hechos, personajes y proyectos que marcaron una época inolvidable del entonces gran departamento de Caldas, cuando los aires segregacionistas no soplaban por estas breñas.
Gestor de grandiosas ideas, algunas consideradas utópicas. Sin embargo, muchas tuvieron feliz realización, como la vía al Nevado del Ruiz, que fue una de las obras para la celebración del centenario de la ciudad, en 1955. A su imaginación se debe la exploración de aguas termales desde el fondo del macizo volcánico y la posibilidad de explotación de energía geotérmica, que han retomado algunas empresas del país, como alternativa de energía limpia.
Ideó y propuso construir una carretera que uniera a Norte y Suramérica, desde Alaska hasta la Patagonia, pero no tuvo eco en los mandatarios de entonces. Se le debe el tramo carreteable Tres Puertas-Irra-La Felisa, que forma parte de la vía Manizales-Medellín; la Avenida 12 de Octubre, en Chipre, que fue su tesis de grado para optar el título de ingeniero civil, de la que fue presidente el connotado pintor antioqueño Pedro Nel Gómez, en cuya residencia en Medellín, en medio de un almuerzo, recibió el diploma. Y es el padre de proyectos tan ambiciosos como la carretera al Océano Pacífico, el puerto alterno en la ensenada de Tribugá y, por el que siente más frustración, el aeropuerto del Café en el municipio de Palestina.
En reciente entrevista con Eje 21 recordó que la Feria de Manizales surgió con el centenario de la ciudad en 1955, una fiesta que fue como un oasis en medio de la violencia política que se vivía en el país. A la sazón, era de las pocas regiones que estaban en paz.
El líder cívico Óscar Hoyos Botero propuso levantar una plaza de toros, para darle un sabor taurino a la fiesta, y fue Robledo Isaza quien la construyó.
La apostilla: Robledo Isaza salió muy jovencito de la Escuela de Minas de la Universidad Nacional de Medellín con su diploma de ingeniero debajo del brazo. Iba a pie. De pronto, desde una ventana, lo llamó una matrona: “Monito, vení. Andá a la tienda de la esquina y me comprás una cajetilla de cigarrillos para atender una visita. Mientras volvés, yo te guardo aquí ese cartón”. El muchachón salió raudo a hacer el mandado. Al volver, la doña del cuento le dijo: “Gracias, monito… ahora corré ligerito a llevarle ese título al doctor Robledo que debe estar bravo con tu tardanza”…
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