El compromiso de Colombia para lograr la reducción de la huella de carbono y de afrontar así los desafíos ambientales como el del cambio climático, nos marcan un camino que debemos emprender como sociedad. Para este propósito, el valor que posee el uso de combustibles con baja contaminación para una transición segura y ordenada, resulta trascendental. Lo que antes parecía sólo un atributo adicional, se convirtió en un factor fundamental para el desarrollo de las ciudades, la movilidad y el crecimiento de la industria.
Actualmente es impensable el progreso sin políticas ambientales y prácticas que preserven los territorios, por lo que estamos en el momento de popularizar el uso de las energías limpias y así mismo recordar cómo desde hace más de dos décadas se viene dando en el país un proceso de trasformación a través de un energético como el gas natural, que beneficia al 80% de la población colombiana.
El desarrollo de las regiones como el Eje Cafetero ha estado marcado por la masificación del servicio que hace más de 20 años lidera el gobierno nacional sin sobresaltos, y que a la fecha permite que más de 10 millones de familias en Colombia estén conectadas a un servicio que dignifica las condiciones de vida por ser incluyente y por contribuir a la disminución de la tala de árboles, que comúnmente se hacía para la combustión con leña en cocinas tradicionales, prácticas que generaron consecuencias lamentables en reservas y afluentes y en la salud de las personas, afectando su sistema respiratorio a causa del humo. A los problemas mencionados, se suma la pérdida de calidad del aire por el uso de carbón en las industrias en sus procesos de producción, y que, al ser remplazado por gas natural, logra disminuir las emisiones de CO2 entre el 40 y el 50%.
El gas natural es el combustible fósil más limpio, ya que en su proceso de combustión genera emisiones muy inferiores y sin ningún tipo de impureza o material particulado, razón por la cual no genera humo, ni hollín y, por consiguiente, nuestra capa atmosférica no se afecta. Es un gran avance que muchos ya estemos conectados a un servicio limpio, lo que contribuye a que las metas que nos hemos propuesto sean más próximas y realmente posibles.
Resulta entonces loable el trabajo de esta sólida cadena de empresas dedicadas a la exploración del producto como Ecopetrol, que hace poco anunció también su compromiso de cero emisiones al 2050. También es fundamental el papel de las empresas dedicadas al transporte del gas natural como TGI y Promigas, que cumplen una labor confiable, garantizando la amplia demanda.  En nuestra zona y como parte de esta sólida cadena, la labor de distribución y comercialización del servicio que realiza Efigas, una empresa cercana y con gran influencia en esta región cafetera, facilita un servicio que genera amplia satisfacción entre los ciudadanos, como se confirma en los estudios de la red de ciudades Cómo Vamos.
En este contexto, cuidar nuestro ambiente es fundamental para el desarrollo de nuestra región y el crecimiento económico territorial, ya que generará condiciones propicias para la expansión de la actividad urbana, soporte para el desarrollo rural y agroindustrial, lo cual impacta de manera directa en la apuesta comercial, turística e industrial de nuestras ciudades. El deber y responsabilidad de las empresas e industrias es generar acciones que vayan encaminadas a mitigar los impactos ambientales generados por el desarrollo de su objeto misional, pero, sobre todo, debe centrarse en beneficiar las áreas naturales de tal forma que iniciemos acciones encaminadas a recuperar los ecosistemas, tomando este conjunto de acciones empresariales en beneficio de la vida y el crecimiento de nuestro territorio, lo cual nos permitirá avanzar a un ritmo óptimo hacia la era de las energías limpias, siempre con un propósito común: generar calidad de vida, procesos y desarrollos sostenibles; de este modo, es oportuno hacer conciencia sobre quiénes pueden considerarse como una brújula verde para, de su mano, apalancar el desarrollo que tanto necesita Colombia.