De las ciento cincuenta columnas que he escrito quincenalmente en LA PATRIA desde noviembre de 2015, esta es la segunda que dedico al Once Caldas. Mis opiniones en estas páginas suelen estar relacionadas con la política y con asuntos sociales y económicos. Los conocimientos que tengo sobre fútbol son modestos y no suelo hacer presencia en el Palogrande, porque no vivo en la ciudad. Sin embargo, los triunfos del Once me llenan de felicidad y las derrotas me arrugan el corazón. Aunque tal vez no merezca el título, me considero un hincha fiel. Dicen por ahí que la palabra “hincha” tiene su origen en la Montevideo de comienzos del siglo XX donde un empleado del Nacional, encargado de hinchar (inflar) los balones, animaba fuerte al equipo desde la tribuna y entonces la gente señalaba: “Mirá ¡cómo grita el hincha!”.
La primera columna que le dediqué a nuestro equipo del alma fue en agosto de 2017 cuando los pésimos resultados deportivos nos arrimaban al abismo del descenso. En esa ocasión afirmé: “Nos duele el Once Caldas”. La verdad es que hoy duele mucho más. El año pasado los resultados fueron casi tan malos como los de 2017. Pero lo peor es lo que ocurrió esta semana: por cuenta de un desacuerdo comercial (¿incumplimiento de los propietarios del equipo?) entre Kenworth de la Montaña, una empresa de Itagüí propiedad de Jaime Pineda, principal accionista del Once, y la Industria Licorera de Caldas, el empresario antioqueño decidió que el “Blanco Blanco” ahora se va a llamar dizque “Once DAF de la Montaña” en referencia a unos camiones europeos que se llaman así y que Pineda pretende comercializar en el país. Esteban Jaramillo -amigo de Pineda- dice que él no ve problema en el cambio de nombre y que lo que sí teme es que se lleven al equipo para Itagüí… ¡Qué tal! El razonamiento de Jaramillo es que si el equipo ya tuvo en el pasado otros nombres (Cristal Caldas, Varta Caldas, Once Phillips) no es grave que pase de nuevo. A Jaramillo se le olvida que tres de las cuatro estrellas (la primera la obtuvo, de la mano de Alfredo Cuezzo, el Deportes Caldas en 1950) las ganó el Once Caldas. Así se llamaba también el equipo que logró la hazaña de dejar en el camino al Santos y al São Paulo y derrotar en una gloriosa final al mismísimo Boca Juniors en 2004.
Que la empresa de Pineda haya evitado la liquidación del equipo luego de que una multimillonaria sanción de la Dian pusiera en vilo su viabilidad, no le da derecho a tomar decisiones caprichosas sobre el nombre del equipo y mucho menos ¡faltaba más! sobre su sede. En pocos días el Once vendió 6.327 abonos ¿eso no cuenta? El conjunto albo tiene 61 años de historia en el fútbol colombiano y es el octavo equipo con más estrellas del país. Únicamente dos equipos colombianos han ganado la Copa Libertadores y uno de ellos se llama Once Caldas. Estoy de acuerdo con el periodista Mario César Otálvaro: una rabieta del principal accionista no puede pisotear el orgullo de los hinchas ni lo que el Once Caldas representa como símbolo de la región ante el mundo. Hablando se entiende la gente, así que invito al señor Pineda a conversar con las directivas de la Licorera de Caldas y resolver, serenamente y en sano juicio, el impase. Con el nombre del equipo y con el corazón de una hinchada que lleva varios años esperando con paciencia volver a las finales, no se juega.
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