En alguna ocasión Felipe González, expresidente del gobierno español, señaló que quien afirma que no hay distinción entre izquierda y derecha, lo hace precisamente porque es de derecha. Hasta cierto punto, creo que tiene razón. Como sostiene el profesor y politólogo Manuel Alcántara, el uso del eje izquierda-derecha es un recurso simplificador y orientador del conflicto político que tiene vigencia en la medida en que permite distinguir las posturas de políticos y electores en algunos temas fundamentales en cualquier sociedad. Mientras la izquierda tiende a ser partidaria de la igualdad y la justicia social, la derecha suele defender la libertad, especialmente, la libertad contractual en el mercado y el carácter inexpugnable de los derechos de propiedad sobre los medios de producción. De ahí que la izquierda sea, en general, partidaria de la intervención del Estado en la economía mientras que la derecha coincide más con el enfoque de Estado mínimo. Sin embargo, no hay que perder de vista que la derecha puede querer mantener la mano del Estado lejos de las billeteras de la gente, pero metida en sus camas y en sus cuerpos. De todos modos, como bien nos mostró Hanna Arendt, la experiencia histórica del totalitarismo con el Estado invadiendo la vida económica y la vida privada de las personas se registra tanto a la izquierda con Stalin como a la derecha con Hitler.
La derecha es reacia al multiculturalismo y más bien adversa a la migración, mientras que la izquierda ha acogido, en muchas partes, los derechos de migrantes y de minorías como una de sus banderas. No obstante, la diferencia entre derecha a secas o “centro derecha” (Ángela Merkel en Alemania) y ultraderecha (Matteo Salvini en Italia) puedellegar a ser abismal. Las reivindicaciones ecologistas a veces se acomodan mejor entre los partidos y movimientos políticos de la izquierda que en los de la derecha. Sin embargo, la destrucción de la Amazonia y de otros tantos ecosistemas valiosos deja claro que, aunque útil, la distinción entre izquierda y derecha no siempre funciona bien. Al fin y al cabo, es una simplificación, un recurso entre otros, para ubicarse en las turbulentas aguas de la política. Las políticas de Evo Morales han sido tan nocivas para la Amazonia como las de Jair Bolsonaro. De hecho, la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (Coica) declaró a los presidentes de Brasil (derecha) y de Bolivia (izquierda) personas no gratas. La Revolución Ciudadana de Rafael Correa, inscrita en lo que en su momento fue identificado como el “giro hacia la izquierda” en América Latina, se caracterizó por impulsar políticas extractivas de minería y agroindustria a gran escala, acompañada de medidas represivas contra los movimientos ambientales, sociales e indígenas que veían con preocupación los terribles efectos de esas políticas sobre la vida, sus territorios y comunidades.
Como ocurre con el medio ambiente, los derechos humanos tampoco salen bien librados en la distinción entre izquierda y derecha. No es un secreto que muchas personas de la izquierda denuncian con vehemencia las violaciones de derechos humanos cuando son cometidas por gobiernos que no son de izquierda. Cuando el gobierno que viola los derechos humanos está a la izquierda del espectro político (Maduro en Venezuela), dicha vehemencia desaparece e incluso llega a ser sustituida por un cómplice silencio. Solo parece importarles los derechos humanos de unos, no de todos. Muchos a la derecha piensan igual solo que al revés. La cultura política democrática se ha empobrecido tanto que los políticos ya ni siquiera son hipócritas. Exponer públicamente sus más abyectos prejuicios les da buenos resultados en las urnas. Siembran odio y miedo y lo cosechan en las elecciones. Bolsonaro es un ejemplo grotesco. Ante las preocupaciones expresadas por Michelle Bachelet sobre la situación de derechos humamos en Brasil, el presidente brasileño elogió a la dictadura de Pinochet por haber asesinado a izquierdistas como el padre de Bachelet. El presidente de Chile, Sebastián Piñera, quien es un político de derecha, rechazó indignado esa brutal afirmación. Ciertamente, aunque Felipe González tenga algo de razón, hay distinciones como las de los ejes sensatez- fanatismo, compromiso con la vida-desarrollismo, honestidad-corrupción, que son más importantes que el eje izquierda-derecha.
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