La ola invernal que está viviendo Manizales ha suscitado muchas reacciones desde diferentes sectores, especialmente después de aquel 19 de abril donde la dura catástrofe cobró la vida de 17 personas, cientos fueron desalojadas preventivamente de sus viviendas, algunos pudieron regresar y otros se encuentran desde cero reconstruyendo la historia de sus familias.
Los manizaleños fueron ejemplo de tenacidad, solidaridad y compromiso. Las fuerzas vivas de la ciudad se despojaron de cualquier bandera o color y decidieron rodear a las víctimas. Los gremios asumieron un rol protagónico para desbloquear las vías y normalizar la dinámica cotidiana de nuestras gentes, en tan solo tres días con la sumatoria de estas fuerzas ya era posible decir que se había superado el colapso de la movilidad. Los jóvenes se organizaron y dieron asistencia humanitaria en todos los albergues habilitados para los damnificados, camiones salieron desde diferentes ciudades del país después de haber sido cargados con ayudas afectuosas por las colonias residentes en los lugares de origen. Los organismos de socorro, los bomberos, la policía, el ejército y la institucionalidad en pleno son hoy ejemplo de trabajo desinteresado y unido alrededor de recobrar la esperanza en aquellos que lo perdieron todo. No en vano un colectivo de ciudadanos promueve que aquella madrugada pase a la historia como el día de la Solidaridad Manizaleña.
Sigue lloviendo y en cada noche de lluvia, tanto las autoridades como los habitantes de la capital de Caldas permanecen alerta. Y cómo no hacerlo si al llover, la mente debe dirigirse a pensar que Manizales, tiene más de cinco mil familias ubicadas en laderas de protección ambiental y en áreas con tratamiento geotécnico. Esas laderas fueron ocupadas paulatinamente por personas que de buena fe, buscaron un techo seguro y se asentaron sin control, sin imaginar que esa ocupación atentaría contra sus vidas y la dinámica ecológica de su entorno. Aún es más preocupante señalar, aquellos casos de desalojo en conjuntos residenciales, cuya construcción estuvo supeditada a la expedición de las licencias de construcción las cuales fueron dadas en consonancia con las normas de ordenamiento y planeación territorial vigente. Hoy se hace un llamado por la forma en que se viene ocupando el territorio en la ladera que conduce del Batallón Ayacucho al sector de Expoferias, según las normas lo permiten.
Podríamos decir entonces, que aunque el suelo esté habilitado para desarrollarlo, este desarrollo urbanístico puede colocar en riesgo la estabilidad del suelo y con ello la vida de quienes lo habitan. Por ello hoy todos los ojos de las fuerzas vivas, la administración municipal y la ciudadanía en general deben estar puestos en la discusión y aprobación del proyecto de acuerdo “por medio del cual se adopta la revisión ordinaria de contenidos de largo plazo del Plan de Ordenamiento Territorial del municipio de Manizales”.
Ardua tarea enfrentará el Concejo de Manizales, al estudiar y aprobar el POT, ya que es la instancia decisiva que definirá cómo se va desarrollar físicamente el territorio y la utilización del suelo. Con este instrumento de planeación se establece el modelo y forma de ocupación del territorio el cual debe dialogar con sus limitaciones geotécnicas, permitiendo a los constructores crecer y habilitar el suelo sin poner en riesgo las vidas de quienes lo habitan.
Hago entonces un llamado para que la discusión sea abierta e incluyente, como se ha desarrollado, y las conclusiones de los debates permitan entregar un Plan de Ordenamiento, respetuoso de la estructura ecológica principal de su suelo, y garantista del desarrollo sostenible en Manizales.
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