El país se sacudió ante la renuncia del fiscal general de la nación, Néstor Humberto Martínez y no era para menos, lo hacía producto de la indignación nacional por la no extradición de Santrich.
La gestión del exfiscal no estuvo exenta de turbulencias, como tampoco la de ninguno de sus antecesores, la razón, la Fiscalía General es una entidad con muchísimo poder donde todos los fiscales gozan de un nivel alto de autonomía, lo que hace difícil el control de la política criminal. Sumado a esto, cualquier decisión que toman afecta la libertad de las personas, generando amores y odios. Más aún cuando la credibilidad en las instituciones de la justicia es tan baja y no hay sindicado hoy en Colombia por delito contra la administración que no diga que es persecución política.
Néstor Humberto Martínez lideró varios temas estratégicos para Colombia, donde cabe resaltar la lucha contra la corrupción denominada bolsillos de cristal, una política supremamente exitosa, donde cayeron por igual personas de todos los partidos. Otro resultado positivo de su gestión fue fijar una línea fuerte de cumplimiento de los acuerdos de paz y ponerle el tatequieto a muchas pretensiones de las Farc como, por ejemplo, la denuncia de no haber entregado todos los bienes producto de sus actividades ilícitas, capturar a Santrich, a un fiscal de la JEP y solicitarle al presidente objetar la ley estatutaria de la JEP.
Este último punto de su posición sobre las Farc le granjeó la enemistad de la izquierda política que lo acusó de lo divino y lo humano, causándole daños en la opinión pública. Odebrecht y su relación con Luis Carlos Sarmiento Angulo fueron las dos grandes críticas, sin embargo, fue Colombia junto con Perú donde el caso de Odebrecht ha tenido más capturas, descubriendo rápidamente todo el entramado de corrupción. De igual manera, paradójicamente el presidente de Corficolombiana, uno de los altos ejecutivos de la organización Luis Carlos Sarmiento, fue llevado a juicio por la Fiscalía y condenado.
Lo que sí indignó a la opinión pública fueron las grabaciones de las conversaciones hechas por Jorge Enrique Pizano cuando Néstor Humberto Martínez fungía como abogado de Luis Carlos Sarmiento, aunque no se detalla delito alguno, el vocabulario empleado, propio de una reunión privada, exacerbó los ánimos sumado al dantesco suicidio de su interlocutor con cianuro, con el cual el exfiscal no tuvo nada que ver.
Sin embargo, a pesar de ese desafortunado suceso, la gestión de Martínez fue buena y si no fuera por él, el proceso de paz hubiera quedado cojo y las Farc hubieran creído que podían pasarse al Estado por la faja. Muchas de sus críticas y de sus críticos fueron ideológicos, porque desafortunadamente así funciona este país, a Montealegre lo aplaudió la izquierda y lo criticó la derecha, y a Néstor Humberto lo aplaudió la derecha y lo criticó la izquierda. En fin, vivimos en un país polarizado donde los buenos funcionarios quedan siempre en el ojo del huracán.
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