¿Por qué se mueven más las denuncias por calumnia contra mujeres manizaleñas que están rompiendo el silencio que las denuncias sobre la violencia machista? ¿Por qué es más fácil señalar de locas o mentirosas las versiones de las mujeres que investigar a fondo las denuncias que se hacen públicas?
Desde el Consultorio Morado (estrategia de atención integral -psicosocial y jurídica- a víctimas de violencia de género) de la Secretaría de las Mujeres y Equidad de Género de la Alcaldía de Manizales, hemos acompañado casos donde la Fiscalía cita más rápido por calumnia a las mujeres que se han atrevido a denunciar a sus presuntos agresores, que a los presuntos agresores de mujeres. Asimismo, hemos presenciado casos donde la salud mental de las mujeres es usada en su contra para decir que sus versiones son irracionales o que están locas. Incluso, hemos intercedido en casos donde quieren conducir a las mujeres en contra de su voluntad a clínicas psiquiátricas justo en momentos donde están rompiendo el silencio.
De acuerdo a la Fiscalía General de la Nación, para el delito de violencia intrafamiliar sólo hay destacada una Fiscal en Manizales para el conocimiento de las investigaciones de Manizales y Villamaría. A hoy cuentan con 863 carpetas, de las cuales 793 están en indagación (hay una denuncia formal o una noticia criminal), 4 en investigación (etapa con policía y peritos, se buscan indicios y elementos probatorios), 66 están en etapa de juicio (como el de las películas: Fiscalía, defensa y juez) y 5 sentencias condenatorias con los responsables privados de la libertad. Es bastante preocupante la impunidad alrededor de estos casos. El 90% de estos están en la primera etapa, menos del 1% están siendo investigados y 0,5% son casos con sentencias condenatorias. Adicionalmente, los cinco casos que se acompañan desde el Consultorio Morado están tal cual como cuando se denunció.
Ambientes en donde los hombres, que estadísticamente constituyen la mayoría de victimarios, saben que se pueden salir con la suya -sin ninguna consecuencia negativa por su violencia- se convierten en caldo de cultivo para los ciclos interminables de violencia. Y entre el silencio cómplice y la manipulación de nuestros agresores, las mujeres vemos nuestros derechos y destinos controlados por el machismo ramplón que impregna cada segundo de nuestros días. Como un botón de volumen que inicia con machismos “pequeñitos”, mantenemos con miedo porque no sabemos cuándo esas pequeñas y sutiles formas de imponerse y de demostrar que son poderosos y nos dominan pueden subir de nivel y convertirse en estruendos, en un chillido insoportable, o una contusión.
Cuando la Secretaría indagó sobre las dificultades para la Fiscalía en la celeridad de estas investigaciones, nos respondieron que se debe a “la falta de interés de las víctimas o afectadas, ya que una vez ponen en conocimiento los hechos, en muchos de los casos se retractan por diferentes motivos: situación económica….; sin embargo, nuestro sistema es claro en establecer que este delito se puede investigar de oficio, sin necesidad de una denuncia previa de la víctima, es un delito del cual no se puede desistir y donde su testimonio no es el único medio probatorio, ya que se puede contar con videos, audios, e incluso otros elementos materiales probatorios que pueden demostrar la veracidad de los hechos.
Desde el rol de funcionaria pública siempre promoveré la denuncia formal de este tipo de actos, pero es frustrante e inevitable sentir impotencia, cuando es evidente que el sistema no está funcionando como debería. Es más, no sólo reina la impunidad, sino que parece que la balanza de entrada presume que nuestras versiones son menos creíbles que las de los presuntos agresores.
Las valientes escritoras y periodistas Catalina Ruiz Navarro y Matilde de los Milagros, manizaleña, publicaron una investigación con todo el rigor periodístico sobre presuntas conductas delictivas del director de cine Ciro Guerra. Hace poco fueron citadas por la Fiscalía por el delito de calumnia, mientras que a Ciro, según me cuentan, ni siquiera le han abierto un proceso. Si esto es cierto, ¿por qué un delito que se debe investigar de oficio y que no depende únicamente de los testimonios de las víctimas ni siquiera está en indagación? No cabe duda que el revuelo mediático ha sido tremendo y es increíble que no sea más importante llevar verdad, justicia y reparación a las presuntas víctimas, y que, como siempre, lo que se busque proteger es el nombre y el prestigio de hombres poderosos.
La Fundación para la Libertad de Prensa publicó su preocupación por este caso en Twitter, aunque, como era de esperarse de un gremio profundamente machista, esta organización no se atrevió a establecer una relación entre la censura de la cual son víctimas Catalina y Matilde, y el hecho de que son mujeres. Su director fue nombrado recientemente en la CIDH como Relator Especial para la Libertad de Expresión, ojalá este nuevo cargo lo incentive a desaprender el machismo y empiece a incluir en sus análisis el género.
Hay que decirlo sin medias tintas, estos son casos de censura basada en el género, donde mandan a callarnos cuando estamos develando las estructuras injustas y violentas que nos encadenan y que no nos dejan ser libres ni felices. Citar primero a las víctimas por calumnia que a los presuntos agresores es una canallada, pero como dice la maravillosa Canción Sin Miedo de Vivir Quintana “Nos sembraron miedo, nos crecieron alas”. Lo que nunca van a poder quitarnos es nuestra voz. Nunca, jamás, tendrán el privilegio de nuestro silencio.
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