Con ocasión del Acuerdo Final y teniendo en cuenta el ejercicio de la oposición política como un elemento fundamental para la construcción de una democracia amplia, desde 2016 se reunieron en 17 ocasiones, de manera periódica, los partidos y movimientos políticos con personería jurídica, grupos significativos de ciudadanos, organizaciones y movimientos sociales para discutir el hoy vigente Estatuto de la Oposición.
Paradójicamente, el único partido político que no quiso participar en su momento en las discusiones, fue el Centro Democrático por el sólo hecho de manifestar su oposición rotunda al Acuerdo de Paz. Hoy, el partido del expresidente Uribe será, al parecer, el único y gran beneficiario de las garantías para quienes se declaran en oposición al gobierno de Gustavo Petro.
Empiezo resaltando este hecho para poner en evidencia la importancia que en una democracia tiene el ejercicio de una oposición responsable e informada.
El presidente electo ha propuesto un Acuerdo Nacional que parece fundamental en un momento de alta polarización y estigmatización entre quienes piensan diferente. Estoy completamente de acuerdo con esta propuesta. Creo que este país se merece un diálogo entre diferentes en búsqueda de consensos frente a temas fundamentales en los que debemos avanzar.
Ahora bien, el ejercicio de la oposición es de alta importancia para una democracia, pues garantiza un equilibrio natural entre los poderes del Estado. Si por algo se caracterizaron Petro y Robledo en gobiernos anteriores fue por haber jugado el papel de los “malos” en el Congreso, promoviendo fuertes e intensos debates de control político a los gobiernos de turno. En las largas discusiones que se dieron para sacar adelante el Estatuto de la Oposición se llegó a un acuerdo para garantizarles a quienes quedaran de segundos en unas elecciones presidenciales, el poder ocupar una curul en el Senado (candidato a la presidencia) y otra en la Cámara de Representantes (candidato a la vicepresidencia) como posibilidad de contrapeso en los siguientes cuatro años. Bajo esta lógica, los electores de Hernández estarían esperado que el futuro senador liderara la oposición desde el Congreso de la República, después de haber obtenido más de 10 y medio millones de votos en segunda vuelta. Sin embargo, el ingeniero decidió declararse como independiente y no como opositor al próximo gobierno de Gustavo Petro.
De la misma forma, partidos políticos que durante la reciente campaña no apoyaron al presidente electo como el Partido Liberal, el Partido Conservador o el Partido de la U, que hicieron parte de las campañas de Federico Gutiérrez y posteriormente de la de Rodolfo Hernández, al parecer estarán declarándose independientes o incluso gobiernistas. Esto pone en evidencia la poca coherencia de muchos de los partidos que se presentaron a las elecciones y que no hacían parte del Pacto Histórico, al comportarse de manera opuesta a como se mostraron durante la campaña presidencial. Hoy, sin siquiera haber negociado un párrafo de sus programas de gobierno están entregando sus “banderas” dejando de lado el compromiso con sus electores y con el país para los próximos 4 años.
Es por ello que Colombia requiere urgentemente una reforma política que busque, entre otros, el fortalecimiento de los partidos políticos como verdaderos transmisores de las necesidades de la ciudadanía a la institucionalidad. No es posible ver cómo el Partido Liberal ha saltado desde Gutiérrez hasta Petro sin vergüenza alguna.
El fortalecimiento de los partidos políticos debe pasar por una consolidación de la democracia interna de los mismos y de unas reglas claras que los obliguen a ser coherentes con sus electores.
Esto no quiere decir que la oposición tenga como misión entorpecer el ejercicio legítimo a gobernar, pero sí debe actuar como contrapeso y ejercer una labor de inspección al gobierno de turno.
Por el bien del pluralismo y la democracia, esperaremos con ansias que la no declaratoria de oposición por parte de quienes no estuvieron en la coalición del Pacto Histórico no sea un cheque en blanco para gobernar y que realmente ejerzan desde la oposición o la independencia esa importante tarea de contrapeso durante los siguientes años. Sin embargo, no deben dejar de lado la responsabilidad que un momento como el actual exige para apoyar y acompañar las propuestas del nuevo gobierno que consideren van en beneficio del país.
Un Acuerdo Nacional es fundamental para que el país entienda que se puede pensar diferente y que es posible convivir en paz dentro de esas diferencias políticas, por ejemplo, ejerciendo la oposición.
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