Mario César Otálvaro
@macotal
Cinco semestres al frente del Once Caldas en los que nunca ganó un juego clave, ni mostró talante, ni liderazgo, ni condiciones como estratega en los momentos determinantes.
Es la historia de Hubert Bodhert, sostenido por dueños desconocedores de la esencia del juego, que no le reclaman, y con metas poco ambiciosas en la competencia. Inexplicable posición, limitados a ordenar el club, en una connivencia que llama la atención por la sumisión y la complacencia con la labor del entrenador.
Aparte de sus inicios en 2018 cuando sumó resultados que alejaron al equipo del descenso, tiene mucha suerte Bodhert de permanecer como técnico del Once Caldas por su larga cadena de desaciertos y errores.
Eliminado en primera ronda de Suramericana por el desconocido Santaní, tampoco pudo ganar la copa Aguila ante Nacional que andaba en crisis, y tras apostarlo todo por ese torneo.
Por liga, en ese 2018, fue goleado por Alianza Petrolera 4-1 en la última fecha cuando le bastaba el empate, salvándolo un gol en otro partido de Danilo Arboleda, entonces jugador de América. Clasificó con pena, y en cuartos lo sacó Rionegro, el peor de los 8.
En 2019, ni se diga, doble eliminación, insólita la del primer semestre porque llegó metido a la jornada de cierre, y un gol a los 2 minutos de Juan Carlos Pereira del Unión, lo sentenció.
Al siguiente certamen, Huila, también con gol tempranero, lo dejó sin chances, completando un año en ceros, que cortaría la cabeza del entrenador en cualquier parte del planeta.
Menos acá, donde todo pasó como si nada, sin exigirle al señor, entre otras un cómodo vergonzante que jamás ha tenido autocrítica, ni acepta cuestionamientos pese a sus notables debilidades, y que por el contrario separa de su entorno a quienes le pueden aportar.
Bodhert es un técnico sin idea de juego, de pésima lectura de los partidos, equivocado en los cambios, sin estrategia, que sumió al plantel a un estatismo pleno.
Bastó ver el planteamiento contra Equidad, la lentitud desesperante en la propuesta, para entender que le cuesta establecer bloques agresivos de presión con imposición de condiciones.
Igual sucedió con Pereira, que se le montó en el partido, y con Alianza. Un equipo poco confiable teniendo la sartén por el mango, incapaz de asumir protagonismo y de buscar por sus medios el paso más allá.
Es inaceptable como se despilfarran las opciones, luego del parate el equipo entró en inmejorable estado con los triunfos sobre Millonarios y Nacional, y en vez de convertirse en el cuadro arrollador, fue uno más. No puede ser.
Por eso, si el Once Caldas se quiere salvar -tiene tiempo y jugadores para hacerlo- es necesario un golpe de autoridad, con Bodhert no va a llegar a ningún Pereira.
Llamado a los nuevos dueños, es el futuro de ellos el que está juego, no clasificar a un evento internacional será un desastre, y es el riego que se corre con la actual orientación técnica.
Morir en la ignominia, o levantarse imponente, esperar para empezar, o arrancar sin miramientos, los cambios son urgentes, no admiten tiempo, los actuales están vencidos.
Hasta la próxima...
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