Contra natura, sostener el cuerpo técnico del Once Caldas al tenor de los resultados, la mala campaña, y la indecorosa eliminación una fecha antes de concluir la Liga.
Bodhert aparentemente tocó techo, y debe preocuparse por estudiar más, capacitarse, por volverse integral, no solo en entrenamiento deportivo.
El mundo hoy es muy competitivo, y a los líderes les exige formación en áreas del conocimiento fundamentales para el éxito y el aprovechamiento del recurso humano.
Su manejo de grupo, sus estrategias de juego, el desestimulo, el creerse amo, dueño y señor del equipo, terminaron influyendo en el rendimiento colectivo.
El ‘bancazo’ a Lemos, sentar a Carbonero cuando mejor andaba, al mismo Ortiz, el aislamiento de Darío y Harlin, y la inadmisible preferencia por Kevin, dividieron el plantel.
Fraccionamiento absurdo -mayores vs jóvenes- propiciado por sus decisiones, cuando la unión de esfuerzos y de propósitos es línea directa a la excelencia.
A Londoño lo protegió de tal manera -extraño proceder como si hubiese algo más- que hasta tacto le faltó ante Unión, poniéndolo, y luego excluyéndolo, para sonora silbatina.
En el campo, Once Caldas fue previsible, le identificaron las formas y se quedó sin reacción, jugó con un libreto limitado, sin explorar otras fórmulas tácticas.
No hubo módulos diferentes según los rivales, y fue común que les echara la culpa de las derrotas a sus dirigidos. Un plantel más maduro se le hubiera volteado.
Labores específicas como el tiro libre no fueron practicadas, según sus palabras ¡increíble! por tiempo, y hubo otros componentes atinentes a su labor dejados al azar.
Discutible también su criterio para potencializar futuras estrellas, tanto que independiente de contar con alternativas varias, no dejó ninguna para la vitrina internacional.
Un Once Caldas estéril, que perdió la gracia en Palogrande donde ganó 4 de 10 compromisos, dejando escapar 14 de 30 puntos.
Y ni hablar de los cambios, con la escalofriante suma de 14 partidos de 20 en los que erró las variantes por mala lectura, discreta asesoría, o inexperiencia.
Puesto en balanza, el plato cuelga del lado negativo, pues lo positivo pasó a segundo plano al no clarificar los objetivos de temporada.
En contenido, llenó la victoria 2-1 sobre América, ponderando también los triunfos afuera frente a Junior, Rionegro y Envigado, todos en momentos críticos.
Valorables igualmente los 26 goles marcados -promedio 1.3- más, cuando tantas veces echó la culpa a la ineficacia y a la juventud de sus atacantes.
Igualmente la madurez futbolística de Carbonero después del Mundial juvenil y Copa América, y la oportunidad aprovechada por Carreazo, Román y Ménder.
Y, por supuesto, los 8 mil aficionados que exceptuando la última fecha cuando no había nada en disputa, lo acompañaron en el estadio.
Muy poco ciertamente con un Once Caldas eliminado sin terminar la Liga pese al calendario fácil que le tocó, y tras 2 años con el mismo cuerpo técnico.
Decreciente remate de campaña con un entrenador que perdió credibilidad, liderazgo, que fue conformista, y que falló en asuntos de trabajo.
Hechos que hablan por sí solos, que no deben pasar inadvertidos, y que por lo menos invitan a que se le castigue con tarjeta amarilla -o preaviso- para que despierte.
Hasta la próxima…
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