Mario César Otálvaro
@macotal
Días de lluvia, fútbol y derrotas…
Como el invierno largo que azota al país, el deporte con más seguidores tiene sus bases inundadas, y naufraga cual chalupa arrollada por la corriente.
Mala racha dirán algunos, demasiado repetitiva para creerlo. Desde el año pasado no vemos una en los torneos internacionales, y nuestros clubes son los peores del continente.
Catástrofe, al punto de que solo el discreto Equidad se mantiene en carrera, sin que ofrezca garantías porque sus éxitos son producto de la tibieza de los rivales.
En Libertadores ninguno sobrevivió, y el consuelo de despeñar a la otra copa tampoco sirvió porque los llamados a figurar -Nacional, Tolima, Junior- se fueron sin pena ni gloria.
En Suramericana, Once Caldas comenzó la debacle quedándose ante el anónimo Santaní, en presentación que aún duele, siendo consecuencia lógica de errores en dirección.
Una liga emotiva, con bajo contenido, floja en calidad técnica, sin jugadores estrellas, en la que se disputan muchos cupos para representar a Colombia, pensando solo en la plata.
Nadie se arma para competir, la gloria la dejan al azar, no hay convencimiento de que se puede ganar, y transigen con superar fases, todas ellas de alto rédito económico.
Sin mentalidad triunfadora, contrario a lo que sucede con los argentinos que mandan porque les sobra actitud, teniendo quizá las mismas falencias de los de acá.
Problemas de jerarquía, personalidad, compromiso, amor propio, respeto por la camiseta, males comunes en atletas conformistas, de discutible profesionalismo.
La selección juvenil cae frente al único medianamente fuerte -Senegal- y disimula goleando a la débil Tahití, con un arquero parecido a Ñoño, el personaje del Chavo del Ocho.
Vergüenza de la que parecieran no darse cuenta los dirigentes, arropados en las millonarias ganancias de la actividad, sin inmutarse pese a que el castillo se está derrumbando.
Mientras tanto, el presidente de Dimayor se ocupa de otros asuntos -canal Premium sin calcular el impacto de los fracasos- y el de Difútbol disfruta del Mundial de Polonia.
Triste perspectiva, y ahora viene la copa América, a la que llegamos con un entrenador experimentado -rica hoja de vida- de quien poco sabemos, y con los llamados históricos.
Grave momento -para replantear- pues a la vuelta está el recuerdo de Nacional campeón de América y que cedió la Suramericana al Chapecoense, y que hoy es una sombra.
La semana entrante volverá a prácticas Once Caldas después de unas ‘merecidas’ vacaciones, y en dos meses seguramente el técnico rotará porque notará cansancio en sus hombres.
Habrá Liga y Copa, y ya deben estar listos -o muy adelantados- los refuerzos, sin que se hagan públicos, pero necesarios luego del paupérrimo desempeño del semestre anterior.
Desde lo local debe operar el cambio; no más orientadores complacientes, felices de ganar partidos, se requiere gente con ambición, atrevida, que juegue por títulos.
Es hora de exigir para no continuar en lo mismo, con el propósito de que se toquen para mejorar el producto y regresar a un espectáculo realmente atractivo, sin tanta trampa.
Porque ese es otro factor que ha menoscabado el interés del hincha, futbolistas que al
menor roce dan tres volteretas, arqueros quema tiempo, y vía libre en campo a todo aquello que permita malograr la función.
Hasta la próxima…
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