Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Manizales
Poco acostumbro referirme a temas diferentes al Once Caldas en ésta columna, pero una clasificación mundialista lo amerita, y más frente a la crítica desmedida e injusta, y al acto de desagradecimiento en particular hacia el técnico Pékerman.
Se pueden cuestionar planteamientos, trabajo, formas, lo que sea, y mientras se haga dentro de un marco de respeto y ecuanimidad, vaya y venga. Cuando se soslaya ese derecho, se pierde seriedad y se rebosa la línea de objetividad.
Hay casos ampliamente conocidos, viscerales, llenos de odio y resentimiento, y allá ellos, lo triste es la corriente que se arma en torno a esos conceptos para repetir -sin análisis ni criterio- y montarse en ese caballo de batalla contra selección.
Esta semana se cumplió el día del periodista deportivo, y que sirva como reflexión porque son muchos los comunicadores nuevos que si apagan el computador se quedan sin noticia, y sin la opinión de los mayores la mente les queda en blanco.
A Pékerman lo contrataron para llevar a Colombia al mundial, y lo ha logrado por partida doble. No había que hacerlo con fechas de antelación ni terminando primero, y hoy celebramos, que tampoco quiere decir que todo sea perfecto.
Como señal de elemental equidad, gracias a este grupo y lo que significaron 2 años de lucha en la eliminatoria más reñida del planeta, por lo menos que se reconozca su cupo en el selecto grupo de 32 selecciones que se citarán en Rusia.
Exultante y dramática la fecha de cierre. El juego de Colombia en Lima fue inteligente, tácticamente brillante, y en razón a ese esquema nunca puso en riesgo su tiquete, en tanto que los peruanos después de 35 años sueñan con volver.
Merecida opción para el equipo de Ricardo Gareca que mostró más ganas que fútbol, y que irá si supera a Nueva Zelanda en el repechaje. No olviden que en ese cuerpo técnico está Sergio Santín, inolvidable volante que jugó para Once Caldas.
Argentina, con actuación magistral del mejor futbolista de la historia, selló su paso en Quito ante un desapacible Ecuador, y Uruguay ratificó su potencia goleadora marcando 6 -2 en propia puerta- a una endeble y cenicienta Bolivia.
Brasil, fiel a su estilo y categoría, fue el justiciero de turno de Chile -bicampeona de América- poniéndole fin a una generación dorada, a la que siempre le sobró vértigo, calidad y empuje, pero que careció de disciplina y humildad.
Paraguay, hábil para aprovechar los momentos de debilidad de sus rivales como hizo con Chile y Colombia, no supo resolver por sus medios teniendo servida la mesa ante una Venezuela joven, sorprendente y con inmenso futuro.
La eliminatoria repartió emociones a granel, avanzando las potencias Brasil, Uruguay, Argentina, y una Colombia madura, dejando a Perú -otrora exponente del fútbol lírico- sobre Chile que no supo dar punto final a su mejor cosecha.
Volviendo al rentado, el clásico de los únicos clubes campeones de copa con el que se cierra la celebración del cumpleaños 168 de nuestra bella Manizales, es motivo más que suficiente para asistir al estadio este lunes festivo.
El Once Caldas viene de una reconfortante victoria que dentro de la irregularidad del torneo lo acercó a los 8, lo que debe confirmar para quebrar la tendencia negativa reciente y alejar los malos presagios de un amenazante descenso.
Como lo enseñó la selección contra Perú, cuando no se puede desplegar fútbol hay que poner actitud, cabeza y ganas para suplir falencias, corregir y aprender de los errores, y mirar el horizonte con optimismo para alcanzar las metas.
Hasta la próxima...
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