Mario César Otálvaro
@macotal
Tienen nóminas similares, técnicos parecidos -de corta carrera- el de acá aparentemente más preparado y de mayor trayectoria, pero realidades diametralmente opuestas.
Pereira pelea la liga, está metido entre los ocho, olfatea la clasificación, se aleja del descenso, y con un triunfo sobre Tolima este miércoles disputará final de Copa Betplay.
Completó tres éxitos en línea metiendo de a tres goles en cada partido, y amplió ventaja para salvar la categoría y enfilar baterías por cupo internacional que nunca ha tenido.
Once Caldas es como una murga, otra vez penúltimo -lo salva que existe Huila- sin acordes, ni libreto, lleno de jugadores discretos y números en rojo.
El clásico fue matecaña, por goleada, una mezcla de efectividad y pragmatismo frente a la insolvencia técnica de un plantel pesimamente armado, que produce rabia e indignación.
Protuberantes los fallos individuales en defensa -Viáfara se comió dos anotaciones- y en ataque poco funciona porque carece de síntesis creativa y sentido de definición.
Cada compromiso es una tortura, los resultados son vergonzosos, y las cifras idénticas a las de Eduardo Lara, que poco ayudan a valorar la gestión de Diego Corredor. Solo 25 minutos duró la aplicación táctica, hasta el gol inicial provocado por excesos atrás y presión del rival, porque lo siguiente fue un dominio intrascendente.
En el complemento, los goles tempraneros hicieron perder la cabeza del entrenador, cambios alocados, juego desnaturalizado, y Pereira cómodo con el 3-0, aguantó y celebró.
También en motivación, persistencia y actitud, hay diferencias. El Once Caldas actual es inseguro, impreciso, y sus futbolistas -faltos de calidad- agravan el problema.
Corredor trata de instaurar conceptos sin el agregado que significan los puntos -no los hay– y así es complejo edificar un proyecto. No es conocer, es saberlo poner en práctica.
Se supone que con repeticiones –porque tiempo y semanas largas de trabajo ha tenido– se optimizan las ideas y el plan estratégico, y que la revisión compromete es a los intérpretes. Tema de herramientas, exigiendo la búsqueda de soluciones al menos para ganar algo de lo que resta, y no morir en el intento con los mismos responsables del fracaso.
Que encrucijada, porque ni divisiones menores confiables para echar mano, una demostración más de la ineficacia administrativa. Pensar en 2022 es válido, sin promesas falsas, y sin descuidar el remate de esta campaña, concibiendo desde ahora el propósito Corredor para la nueva campaña.
Más bajo no se puede caer, el honor y el decoro igualmente tienen precio; no se puede seguir feriando la historia, ni ser el comodín de los necesitados.
La humillante derrota frente al Pereira fue la tapa ¡otro golpe bajo! sin respeto por el sentimiento del hincha, pues aunque perder hace parte del fútbol, hay formas, no propiamente las que se exhibieron.
Una campaña dolorosa que alarga la racha y ahonda la crisis llevando a la desesperanza, sin alivio pronto, ni señales de mejoría que permitan albergar ilusiones.
Hasta la próxima...
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