Mario César Otálvaro
@macotal
Cesó la horrible noche, finalizó la temporada 2021 para Once Caldas, e independiente del esperanzador remate, el balance fue malo en casi todos los sentidos.
Campaña sin emociones, sin protagonismo, fundido siempre en la tabla, eliminado de manera anticipada, y lo más duro, con preocupante deserción de su hinchada.
Mientras que Nacional - primer clasificado - hizo 42 puntos en un solo semestre, Once Caldas en el año alcanzó 37, ubicado en puestos secundarios indignos de su historia con títulos.
17 unidades en uno, 20 en el otro, para un rendimiento global del 31% que rajan a cualquiera por lo precario de la cosecha, y sentencian la temporada como fracaso.
La conformación de la plantilla y el cambio de entrenador en plena liga simbolizan los desaciertos administrativos y la ausencia de un proyecto sólido sostenible en el tiempo.
Se conjugaron los factores adversos - debidamente comentados - y para ampliar esa pequeña luz que se abrió al final del túnel, es necesario empezar de nuevo, sin equívocos.
El peor mensaje sería planear la escuadra 2022 con quienes terminaron jugando, no es cuestión de ganar partidos, es montar una estructura confiable para pelear campeonatos.
Son demasiados años con los dirigentes actuales para continuar en las mismas; es hora de exigir respeto por la plaza, y este se obtiene con un producto rentable, de alta categoría.
Diego Corredor orientó al Once Caldas en 13 de las 20 contiendas, elevando un tris el contenido, no lo suficiente, recuperando anímica, atlética y competitivamente el grupo.
Dentro de lo positivo, las mejoras en el aspecto físico, resultante del buen trabajo en ese aspecto, y de la juventud de los hombres que concluyeron en la nómina titular.
También en lo táctico hubo orden, aplicación y entrega, lo que supone una buena gestión porque sobre una idea de juego establecida es más práctico poner las fichas.
Me refiero particularmente a los partidos de cierre cuando el técnico optó por los de casa, consiguiendo victorias sobre Envigado y Santa fe, y empates ante Patriotas y Cali.
La inclusión de Jorge Cardona como lateral permitió que Murillo sumara al circuito ofensivo, y el crecimiento de Mejía y Danovi como pareja fortalecieron el bloque del medio.
Se sintió la ausencia de un creativo, y se jugó sin pausa al ritmo de Carreazo, Quiñones,
Alejandro y Ménder, con velocidad aunque sin profundidad, tarea que sigue pendiente.
El equipo evidenció progresos, dejó en claro que el pésimo nivel de los refuerzos fue gran causante de la debacle, y que definitivamente hay que traerlos de charreteras.
Se fueron Marco, Brayan, Higuita, Cuero, Micolta, Laszo, Viáfara, Messiniti y Buschiazzo, y tienen contrato hasta diciembre, Huber, Murillo, Pérez, Otálvaro y Yoiver.
O sea, una docena por lo menos serán los cupos disponibles - el técnico solicitó 10- siendo necesario fijar una columna vertebral experimentada, con gente que sepa lo que es triunfar.
Urgente vincular jugadores que optimicen el funcionamiento y garanticen ese plus de calidad que se pide, con el complemento de los muchachos que reclaman continuidad.
A partir de este momento será la obra Corredor, refuerzos, trabajo y orientación serán su compromiso, oportunidad única por ese capital de credibilidad que lo acompaña, y ese
finiquito de liga con el que proyectó luces de esperanza.
Hasta la próxima...
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