Mario César Otálvaro
(@macotal)
Una de mis frases preferidas dice que para verdades el tiempo, y demasiado rápido en Once Caldas han operado cambios naturales que certifican la validez de ese concepto.
Partiendo de que se cuenta con un plantel nominalmente inferior al de varios clubes del fútbol nacional, ahora se ve un equipo distinto con el técnico Eduardo Lara. Advierto lo anterior porque sigo pensando lo mismo, en el sentido de que el grupo es limitado, y que para ser sinceros, clasificar será una hazaña.
Basta con revisar el andar de los grandes para entender que la pelea es con los chicos, porque a eso los sometieron las políticas reduccionistas de sus mentores.
Junior -por ejemplo- hizo valer su categoría pasando de largo con absoluta superioridad, en tanto que Envigado fue menos, y Once Caldas lo dominó. Pero hay algo con relación al plan de juego que empieza a notarse, y que se observó inclusive en las 2 derrotas que precedieron la victoria sobre los naranja.
Posesión de pelota, transiciones veloces, pases profundos, y definición. ¿Con quiénes? con los canteranos, los de la casa, los que ni volteaban a mirar.
Cuando estuvo Kevin Londoño, tenía el puesto escriturado; después llegó Pablo Rojas, y era el titular. De 28 años -propiedad de Jaguares- siempre estuvo por encima de David Lemos (25) jugador propio.
El hoy goleador de la Liga, en microciclo con la Selección, y figura de Once Caldas al lado de Gerardo Ortiz, nunca recibió el respaldo porque no era del agrado del entrenador.
Ménder tampoco sumó los minutos necesarios, y ya lleva 2 anotaciones. Era cuestión de creer en ellos porque el potencial lo tienen, y esa confianza no la recibieron.
Error estratégico, como tantos otros en diseño, conformación y estructura en campo, que ya presenta novedades funcionales que ilusionan al hincha, apenas arrancando.
Los líos en defensa persisten, tapados por la tibieza de los delanteros de Envigado, y la dosis de eficacia insospechada del blanco con 8 goles en 4 partidos, 6 en los últimos 2.
Destacando alzas en los producidos individuales, especialmente de los canteranos Lemos, Ménder y Carreazo, y de Hernández, quien brilló en el primer tiempo. Además el arquero Ortiz por fin tuvo una jornada tranquila, y la única vez que le remataron se lució con un manotazo de voleibol.
Es fútbol, y muchas cosas pasarán, pero queda la sensación de que retrasaron el progreso de quienes pedían pista, y se insistió exageradamente con un libreto inoperante.
Asuntos extraños, al igual que el incomprensible respaldo presidencial al orientador que quería dejar, en un proyecto sin resultados, en franco retroceso.
Sobre Eduardo Lara y su impronta de entrada, corresponde a lo que muchos desean: un Once Caldas que juegue bien, brinde espectáculo y tenga identidad. Su trabajo lo juzgará.
Para verdades, el tiempo...
Hasta la próxima
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