Mario César Otálvaro
@macotal
El pasado 20 de julio titulé esta columna "los puntos, y nada más" en referencia a la victoria 2-0 sobre Águilas, cuando bastaron tres llegadas para convertir dos anotaciones, una cuota ofensiva bastante alta, tal como sucedió en el clásico del último domingo.
Nada le sobró al Once Caldas, que en propuesta y actitud fue superado por el Pereira - particularmente en la etapa inicial- en la que llegaron los goles con exceso de eficacia, sin un modelo de juego importante, y una deuda larga frente al mucho tiempo de trabajo.
Por supuesto que el triunfo cuenta, y más frente al eterno rival, pero el nivel fue discreto, con rendimientos individuales bajos, y en especial con una ausencia de talento que duele, que preocupa, y que es una realidad, así nos quieran vender lo contrario.
Sin quien lleve la pelota, ni marque diferencia, es muy difícil, y en Once Caldas parecen cortados con la misma tijera, futbolistas disparejos, con un partido bueno - pasó contra el DIM - y otros malos - los triunfos recientes en Palogrande - sin brillo, ni imponencia.
Tanto es así, que la figura es Ayron Del Valle, tirado como extremo, con cuatro goles -dos de penalti- y participación activa como asistidor, y venía de ser uno de los peores de la liga anterior. Marlon Piedrahíta, y los centrales, complementan el grupo destacado.
Cuestionado Murillo, e intrascendente Artunduaga, los laterales no dan confianza; en el medio, lento Pico, irregular Juan David, siendo cada vez más sensible la falta de un armador que la tenga, la pida, monte sociedades, y haga notar el peso colectivo de la escuadra.
A Diego Valdés arriba hay que abonarle su esfuerzo y su sacrificio, insuficientes, y peor para un delantero, corre, mete ganas, y de aquello nada, como decía el viejo narrador, y Edwar López marcó ante Pereira, y fue lo único, es decir, el resultado como premisa primaria.
Si el técnico es coherente, Gerardo Ortiz deberá volver al arco, lo sacó por un error, idéntico al que cometió Eder Chaux por mala ubicación de la barrera y falta de fuerza en el tiro libre de Ramírez. El que a hierro mata… y el paraguayo es más confiable.
Desde el punto de vista táctico, los avances son parsimoniosos, Corredor los atribuye a la cantidad de caras nuevas y a la modificación de la nómina, lo que puede sonar a justificación inentendible cuando tiene 10 meses de estar manejando la institución.
De más a menos viene el entrenador, con decisiones que inquietan, el no traer un goleador, insistir en que no necesita un creativo, facilitar la salida de quienes supuestamente eran la base del plantel, algo normal en esta clase de negocios, y más con la mentalidad de sus jefes que ya entendieron cómo es la movida.
Pero la idea de juego ¿para cuándo? porque hasta ahora no se advierte, ni tampoco los conceptos de posesión, posición y presión que pregonó, ponderándosele los resultados, con el antecedente negativo de la Liga I cuando en 10 fechas hizo 19 unidades - inclusive a esta altura llevaba dos más - y no logró la clasificación.
Los números de Once Caldas no admiten discusión - nueve puntos de quince - ni su sorprendente contundencia –ocho goles en cinco duelos– así haya vacíos en lo futbolístico.
Válido para los pragmáticos, y razón tienen, pero aquí la promesa era distinta, y los problemas persisten, disimulados por la eficacia actual que si mantiene ¡válgame Dios!
Hasta la próxima...
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