Mario César Otálvaro
@macotal
Pasó una semana sin competencia, y mientras se juegan los cuartos de final de la liga, Once Caldas avanza con el proceso rumbo a la segunda parte de la temporada.
En medio de rumores sobre posibles bajas, que no serán significativas por el contenido que tiene la institución y el modesto aporte de sus integrantes.
Lo hacen en días de agudo y preocupante estado económico que ofrece mínima capacidad de maniobra, y con remotas esperanzas acerca de una renovación consistente.
Entre tanto, el técnico Eduardo Lara asegura tener una idea de juego consolidada que el equipo asimiló y aplicó, achacando la razón del fracaso a los errores individuales.
Así lo manifestó en entrevista con el editor de deportes de este diario, en un estilo absurdo que toma carrera, y es que las preguntas se formulan a través de la oficina de prensa.
La libertad de expresión sujeta a autorización del autócrata presidente antioqueño que tiene la institución, con tintes faraónicos de que se cumpla solo su voluntad.
Como si en Once Caldas nadie pudiera pronunciarse, orden impartida desde arriba, imperando el temor si no se sigue la instructiva del mandamás.
Alcances de una autoridad impositiva, que en vez de buscar acercamientos con el entorno profundiza la división, y que no le importa las reacciones externas.
Una isla, con una floja orientación porque no se puede calificar de positiva una empresa sin resultados, y que afectó el interés de gran parte de su hinchada.
Volviendo sobre las declaraciones de Lara, es bueno recordarle que terminó jugando a nada, exceptuando el último partido, el del contrato, cuando todos corrieron y lucharon.
La famosa idea de juego que esboza se perdió con los partidos, los niveles personales fueron disparejos, exceptuando al portero Ortiz, y en sí, la propuesta fue poco convincente.
Sacar en limpio el trabajo desde el banco es oportunismo frente a la realidad de los hechos, eludiendo responsabilidades propias acomodándoselas a los demás.
Indicó también Lara en sus respuestas al periodista, que ningún rival lo superó, ni fueron inferiores, hechos que contrastan abiertamente con los guarismos.
Conceptos sin autocrítica, con un conformismo tenaz, pensamiento que caló en el grupo, y por eso lo desapacible de una campaña en lo que solo hicieron 17 de 54 puntos.
Muchas cosas tendrán que cambiar, acertando en la escogencia de los refuerzos sobre las debilidades de la plantilla, y en la cantidad suficiente que modifique el actual modelo.
Revisándolo todo; don de mando, receptividad de los jugadores, ascendencia, compromiso, porque hubo quienes quedaron debiendo en entrega, y eso es inaceptable.
Advierte Eduardo Lara que los dirigentes son conscientes de la necesidad de traer jugadores, y que le apuntarán a hombres con experiencia, y con liderazgo.
Eso está bien, pero todo parte desde la cabeza, y al Once Caldas del primer semestre le faltaron fútbol, coraje y vergüenza, lo que anima a pensar en un giro radical desde el propio
sentir del entrenador, hasta ahora demasiado tolerante.
Hasta la próxima...
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