Mario César Otálvaro @macotal
Los atractivos pasajes de juegos anteriores, Once Caldas los plasmó en un todo ante América por Copa Águila, revelando el enorme potencial de sus noveles integrantes.
Un equipo pensado a futuro que es un tiro al aire, capaz de quedarse corto por aquello de que ‘los muchachos ganan partidos y los grandes campeonatos’, o de sorprender.
La frase de Bodhert "no sé hasta cuándo aguante con los jóvenes" la desmienten los pelaos con fútbol emotivo, de despliegue físico, y condición técnica.
Ojalá sean 4 o 5 años más, en el entendido de que hay riesgos, mismo caso de Egan Bernal, a quien ni le hemos honrado el Tour, y ya estamos contabilizando cuantos más va a ganar.
Cada cosa en su sitio, aunque en el caso del Once Caldas y sus promesas, pesa para el análisis el momento que viven aquellos sobre quienes se advierte dicha ilusión.
Johan Carbonero cada día es más futbolista, el mundial sub-20 lo marcó positivamente, al igual que el acercamiento a la Selección, y hoy -a sus 20 años- es casi una realidad.
Marcelino Carreazo le sigue los pasos, hábil, encarador, pasador, profundo porque gana línea del fondo, y con llegada al área; es otro que va ahí pidiendo pista.
Ménder García posee lomo, velocidad y gol; ha marcado en varias oportunidades, así en ocasiones desaparezca, apenas normal dentro de esa etapa de crecimiento.
David Lemos es un jugadorazo, tiene olfato, es rápido, potente, y aparentemente el más maduro de los que están en plataforma de lanzamiento.
Sebastián Guzmán recupera, ordena, tiene salida limpia desde su sector y es iniciador de ataque con pases filtrados; un volante moderno, con talla, grata revelación.
Estas valoraciones coinciden con la brillante actuación del Once Caldas sobre América, sin dejar de reconocer que habrá altas y bajas, y presentaciones buenas y malas.
Cinco nombres que encarnan porvenir -creo que ningún club del rentado tiene ese potencial- lo que debe tener frotándose las manos a Jaime Pineda y Tulio Castrillón.
Imagínenlos proyectando ingresos, y con razón, para eso compraron, lo que se pide al menos es que también piensen en las obligaciones competitivas.
Anoche el rival era Cúcuta, y el equipo llegó motivado luego de la victoria del miércoles, en quizá la máxima expresión del último tiempo, particularmente en el complemento.
Un plantel aguerrido, firme en su idea, sin errores de conducción, mando, y respuestas individuales altísimas.
Kevin Londoño -el hijo del técnico- tapando la boca de sus contradictores, entre quienes me incluyo, al considerar que es preferido sobre otros de mayor producido.
Diego Peralta afinó a Correa -quien venía desacomodado- y fue promotor de ataque con pelotas bien ubicadas, además de cierres oportunos y liderazgo.
Elvis Mosquera aporta salida, sacrificio para ir y volver, es atlético, buen acompañante, y establecido en una campaña silenciosa y efectiva.
Una clara definición la entregó Bodhert: "Tuvimos paciencia, encontramos los espacios, obligamos al América a replegarse, elaboramos, y creamos oportunidades".
Todo eso ocurrió, y hay que alegrarse por el funcionamiento, sin quedarse en las celebraciones parciales, pues ya sucedió con esa famosa goleada al Cali, nublada por la eliminación ante Unión en el primer semestre.
Pero que viva el fútbol, cuando se juega como lo hizo Once Caldas ante América.
Hasta la próxima…
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