Mario César Otálvaro
@macotal
La experiencia con Kenworth de la Montaña fue la tercera para Once Caldas con propietarios que no son de Manizales, después de las incursiones de Colbateco y de la multinacional holandesa Philips.
Del 78 al 82, el dirigente caldense Carlos Hugo Escobar -de enorme visión empresarial adquirió acciones para Colbateco, nombre en Colombia de la firma alemana Pilas Varta, y se hizo cargo del equipo, con futbolistas de nombre que no alcanzaron protagonismo.
Del 91 al 94, el italiano Fausto Brivio en representación de Philips compró un paquete grande de aportaciones asumiendo el control del club, haciendo partícipes a varias personas de la ciudad en sus cargos directivos. Aunque en el 93 ganó el torneo apertura que solo daba bonificación, el proyecto deportivo tardó en arrancar por la escogencia inoportuna de Álvaro Gómez como técnico. Los jugadores no copiaron la idea, y posteriormente, cuando parecía encausarse, el relevo en la presidencia de Philips -llegó Roberto Lara- modificó las intenciones de la relación.
Las demás han sido vinculaciones comerciales, incluida la Industria Licorera de Caldas con sus patrocinios determinantes en momentos flacos de la institución, que ojala perduren por siempre como símbolos de departamento.
De 2012 a 2020 Jaime Pineda se hizo dueño, Kenworth de la Montaña adelantó el proceso de reestructuración, gestionó el arreglo con la DIAN, y se encargó de la orientación administrativa.
Régimen valorable por lo hecho desde el punto de vista estructural, admitiendo la floja gestión deportiva, en la que primaron asesorías que condujeron a decisiones erradas, y un propósito económico por encima de los resultados.
Tomando las últimas 10 ligas cortas -de 2015 hasta 2019- en 6 de ellas Once Caldas quedó eliminado, siendo un quinto puesto con Javier Torrente -15(II)- lo único destacado.
Con Hubert Bodhert no clasificó el año pasado, después de que en 2018 en ambos semestres avanzó a cuartos -sin progresar- sumado a un fracaso monumental en suramericana frente a Santaní, y a la derrota en la final de Copa Águila.
Aun así lo sostuvieron, y eso que a Ménder, Lemos, Carbonero y Carreazo -los de mostrar, y con quienes se proyectaba una futura venta- los despareció de la titular. Extraño caso de un técnico con respaldo pese a no cumplir ninguno de los objetivos.
Razones para estar atentos frente al giro que tendrá Once Caldas en el afán de que vuelva a ser competitivo y recupere la gloria, porque es evidente que pasó de ser el mejor equipo de comienzos del nuevo milenio a un club sin relevancia, de mitad de tabla.
Entendiendo que siendo propiedad privada igual responde a imagen de ciudad, de su gente, utiliza el estadio que es un bien público, y ofrece entretenimiento a una región con la que debe comprometerse.
La percepción indica que en muchísimo tiempo Once Caldas no volverá a ser de la casa, que no sorprende si miramos los grandes clubes del mundo en manos de cataríes, árabes o rusos, pero que haya retribución, y entiendan -quienes lleguen- que la historia se respeta, tanto como la identidad construida sobre títulos y años de acompañamiento de su fiel hinchada.
Hasta la próxima...
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