Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
Ganando, sin apasionamientos, y después de ocho jornadas matizadas por flojos resultados -con un proyecto en ciernes y la disyuntiva del peso de la nómina o el valor de un técnico célebre- se analizan mejor las cosas.
Soy ‘Maturanista’ por su figura, su imagen y su nombre, pero sobre todo por su pasado, ese que nos remonta al embelesador e histórico Once Caldas del 86, y a la inolvidable Selección Colombia de los noventa.
Lo ‘bailao nadie se lo quita’, el respeto lo tiene, y frente a la realidad irrefutable de un presente complicado, es hora de evaluar esta etapa de su vida profesional nuevamente en el equipo que lo lanzó a la gloria.
Aplaudido fue su regreso -escrito está- y esa ilusión ha cambiado a fuerza de circunstancias, tanto que parte del público ha perdido confianza, y lo grave es que Pacho no es autocrítico, y se incomoda, particularmente con la prensa.
Sus posiciones con relación al plantel generan interrogantes, marcado proteccionismo en algunos casos, mirada ausente a ciertos nombres, y decisiones radicales y reiteradas que giran en contra del pensamiento popular.
Se casó con jugadores que no andan bien, lo de Hárrison es clamor general y lo de Ortega exige revisión porque los problemas de marca en el medio son monumentales y los de armado han crecido por la inoperancia del volante ofensivo.
Los laterales no son confiables, Murillo estuvo seis meses por fuera de nómina porque su nivel no daba, y Gómez es uno más, y aún así hoy son sus fichas, especialmente el segundo, insustituible y alternativa para las dos bandas.
Borró a Nazarit y a Córdoba, ignora al ‘pinti’ Álvarez, no voltea a mirar a Cardona, reniega de los jóvenes, y el recambio regularmente lo plantea con Zapata y Soto, evidenciando temor a otras opciones en detrimento de la motivación del grupo.
Al equipo le falta atrevimiento y convicción, la actitud aparentemente es conformista y se nota hasta en la lenta y tardía salida al campo, y hay unidades -Ortega- que caminan la cancha, lo que hace dudar inclusive de la preparación física.
Todo es corregible, y no puede Maturana creer que la suya es la única verdad, cuando los resultados y el sentir del público invitan a adoptar otras posturas, con la seguridad de que sin tener la supernómina hay como levantar el contenido.
Al Tolima se le ganó sufriendo, aguantando, sin gustar, y eso no es justo cuando hay plantel para jugar distinto. Cada vez que el Once Caldas toma la pelota reina el desconcierto, cada vez que la coge el rival cunde el miedo.
Sigo creyendo en Pacho, tiene como revertir su estado y ser protagonista con mayor aporte al espectáculo, eso sí, acabando con los matrimonios, restándole a la prepotencia o a la terquedad, y complementándose más con sus dirigidos.
De otra manera el futuro será precario, las sombras de la noche caerán sobre la ciudad deportiva y el propio entrenador cavaría un retorno sin gracia, lo que sería absurdo sabiendo que es cuestión de ajustar cuentas.
Y para no ser injustos, exuberante el nivel de Arango -lo mismo que el de Cuadrado- y bueno lo de Monsalve y lo de Farías, lamentando si las pocas veces que el Once Caldas llega a posición de ataque con pelota limpia, pues dividirla parece el sello de sus creativos.
P.D. Cierto es que Johan Arango tiene una excelente pegada, pero es alto y posee remate. No es un desperdicio ponerlo a cobrar los tiros de esquina cuando hay otros con menor eficiencia en el área que igual pueden ejecutar buscando buena dirección. Pregunta suelta.
Hasta la próxima…
Twitter: @macotal
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Al equipo le falta atrevimiento y convicción, la actitud aparentemente es conformista y se nota hasta en la lenta y tardía salida al campo, y hay unidades -Ortega- que caminan la cancha, lo que hace dudar inclusive de la preparación física.
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