Mario César Otálvaro
@macotal
En el histórico de puntos desde 1948, cuando comenzó el campeonato colombiano, Once Caldas ocupa la octava posición, en tanto que Millonarios y Nacional son los 2 primeros.
Luego están Cali, América, Santa Fe, Medellín y Junior, es decir, por delante figuran los 6 equipos de las 3 grandes capitales, y el conjunto barranquillero, también de plaza influyente.
Esto despeja dudas respecto al mejor de los ‘chicos’ si así se pueden denominar los de ciudades con menos de un millón de habitantes, y Once Caldas encabeza ese lote.
Hace días en un programa de Caracol Radio hicieron una encuesta sobre el tema, y pusieron a votar entre el blanco, Bucaramanga, Cúcuta, Tolima, Pereira y Quindío. Total, Once Caldas -que añade a ese palmarés un título de copa libertadores- es sin duda, el octavo grande del fútbol nacional, con una hinchada que merece más de lo que le dan.
La mínima información actual plantea una discutible gestión, pues pasó un mes de la eliminación, van 2 semanas de trabajo, y no hay anuncios oficiales.
Un boletín inicial daba cuenta de la urgencia y la pretensión de vincular un atacante con gol, 2 extremos, un volante de marca, un central, y marcador izquierdo si se iba Velasco.
A estas alturas han salido 6 futbolistas, Blanco, Steer, Córdoba, Moreno, Soto y Velasco, lo que supone igual número de cupos por llenar para inscribir los 30 que afrontarán Liga y Copa.
En una movida extraña, con puesta de camiseta y reseña que lo asimilaba a N´Golo Kanté, Wílmar Barrios o Mateus Uribe, fue presentado Erick Montaño como primera contratación, jugada que
advierte el sobrevuelo de empresarios, y que envía un mensaje desconsolador porque evidencia conformismo y anómala forma de buscar los refuerzos.
Montaño fue desechado por el Cúcuta -de media tabla para abajo- en donde no siquiera era titular, y quizá mañana se convierta en galáctico, pero hoy es un desconocido. Ojalá no sea la constante, e independiente del tiempo perdido -el plantel debería estar listo- se esperan nombres en las próximas horas que realmente motiven al hincha.
Cierto es que Once Caldas funciona como entidad privada -ojo de interés público- como también que parte del éxito como empresa obedece al segmento de mercado al que llega, que son los aficionados.
El tonito ‘matonesco’ desde la presidencia, la ‘tranquilidad’ del técnico Bodhert, y el mutismo del gerente deportivo, no son síntomas halagüeños, ni alentadores.
Vender la idea de que no hay plata es políticamente incorrecto, pues industria que no invierte fracasa, dado que los ingresos armonizan con la calidad del producto que se ofrece.
Nadie tiene porque meterse con el dinero, las propiedades o los recursos de los dueños, cuya bandera es el lucro -apenas natural- pero que sepan dónde están, que esto es fútbol, y como tal, espectáculo.
Y la carpa hay que renovarla, ponerle artistas talentosos, ser ambiciosos, trazarse metas, generar obligaciones y exigir resultados, sobre una contraparte, un plantel efectivo y atractivo.
Lo hacen Tolima y Junior con capitales privados y organizaciones que lucen, porque aceptan que la competencia es la finalidad, y que en sus logros está el poder de supervivencia.
De ahí se debe partir, no más mentalidades estrechas, ni proyectos cortos, ni deportistas de medio pelo, Once Caldas es el octavo club colombiano, y de los ‘chicos’ el más ganador de Liga con 4 trofeos en su vitrina.
Hasta la próxima...
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