Mario César Otálvaro
@macotal
Tomar cada partido como una final, sin mirar atrás, ‘simplemente’ sumando, es el nuevo desafío para Once Caldas en estas instancias de Liga. Detenerse en lo hecho -anoche le ganó al Junior en Barranquilla- no es conveniente, ni ayuda anímicamente en la labor de recomposición para las 12 fechas que restan.
Lo ideal sería una seguidilla de triunfos que alivianen el camino, como lo hizo Pasto el semestre anterior alcanzándole inclusive para llegar a la final. Una pena que no coincidan fútbol y resultados, pues hay alza en el contenido colectivo, y crecimiento generalizado en los rendimientos individuales. Pero sin gol, la función pierde esencia, y el Once Caldas actual es víctima de indefinición porque su plantel es demasiado joven en ataque.
En las 5 jornadas recientes -sin incluir la del Metro- se convirtieron 3 tantos, 2 de ellos obra de los defensores Mosquera (Cúcuta) y Peralta (Patriotas).
La joya que marcó Carbonero es un hecho aislado, de corte individual que le salió brillante, sin que corresponda a una maniobra grupal en ofensiva.
La queja de Bodhert al terminar el primer campeonato fue la falta de contundencia; 7 fechas después -más 2 de la copa Águila- el lamento es el mismo. Había que traer recursos, y en un acto de conformismo soberano antes de arrancar la liga manifestó que tenía con qué pelear ambos torneos.
Las cifras dicen lo contrario -hasta ahora- y el asunto sigue en veremos, más allá de que ha planteado la mayoría de alternativas posibles.
La línea recta es la distancia más corta entre 2 puntos, pues aquí Bodhert acude a las vías más largas, y se resiste a probar con quien está llamado a ser solución. Algo así como un crucigrama al que le faltan 5 letras, y a pesar de conocer la palabra - Lemos- da vueltas y vueltas buscando llenar las casillas en blanco.
Salcedo contra América, Darío frente a Tolima, Ibargüen ante Patriotas, inventos arriba que no han funcionado, mientras el susodicho mira desde el banco. Decisión cuestionable, que permite especulaciones planteando hipótesis con relación al orgullo del técnico, o sus obligaciones de atender órdenes desde arriba.
Dirán algunos que nadie garantiza que ubicándolo haya goles, pero sin ponerlo es imposible saberlo, siendo condenable negarse esa opción frente a las evidencias. Lo cierto es que Once Caldas en la tabla no refleja el juego exhibido, que difícilmente se le reconocerá en la medida que esté colgado en puntos.
Como tampoco que de un plantel justo, con 12 o 13 integrantes, disponga hoy de 15 o 16 de buen nivel, con actitud y entrega, que se nota en cancha. Peralta y Correa, el marcador Mosquera, los volantes Guzmán, Harlin y Rodríguez, lo mismo que Reina, constituyen una estructura sólida que merecer mejor producido.
El problema es finalización, el gol que se canta, el que disimula muchas veces los errores, y sin triunfos es imposible, y la tarea se torna compleja. Bravo momento para el futuro del equipo, y para la estabilidad del entrenador, obligado a reparar, en un año particularmente discreto en cifras.
P.D.: Estas líneas fueron escritas antes de conocer la nómina que enfrentaba a Junior por la octava fecha, que ojala haya significado puntos y goles.
Hasta la próxima...
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