Efectos de la pandemia, América perdió a su técnico campeón Alexandre Guimaraes, y tiene en duda a sus figuras Michael Rangel y Matías Pisano; Nacional vendió a su estrella Daniel Muñoz; Medellín sacó jugadores, incluido su goleador Juan Caicedo; y Millonarios se desprenderá de su arquero Wuilker Fariñez.
Todos, por razones económicas, la incertidumbre del torneo, los altos costos y la falta de ingresos, tienen contra las cuerdas a los directivos que aprovechan cualquier resquicio para tomar decisiones.
El ‘palo no está para cucharas’ y aun así hay quienes dan papaya, como Kevin Londoño.
Con su salida del Once Caldas termina uno de los capítulos más resistidos en la historia del Club, y de la peor forma. El ‘hijo del técnico’ la volvió a embarrar, y esta vez no se la perdonaron.
El viernes 29 de mayo, un mes antes de la fecha de vencimiento prevista para el 30 de junio, le notificaron la no renovación de contrato ajustados completamente a la ley.
En pleno confinamiento se ausentó de la ciudad, y fueron muchas las veces que falló a los entrenamientos virtuales, sin presentar el informe que debía rendir al cuerpo técnico.
Dice el jugador que el 4 de mayo viajó -quién sabe cómo porque las vías estaban cerradas, y no había vuelos nacionales- con el objeto de atender compromisos familiares.
Desafió la autoridad, tipificando un caso de incumplimiento con las obligaciones y políticas trazadas por el Club a raíz del coronavirus, y atentó contra esa continuidad prometida.
Pero con Kevin siempre sucedieron cosas curiosas en Manizales por la laxitud, y el inadmisible y extraño padrinazgo de su patrón Hubert Bodhert.
Por encima de sus escándalos, inasistencias a prácticas, mal estado físico en ocasiones, e improductividad en el campo, fue intocable en la nómina.
Es más, a veces con tanto proteccionismo le hizo daño poniéndolo en el radar de la hinchada que tuvo pasajes en los que no soportaba la presencia del futbolista nacido en Bello.
Sus cifras tampoco lo respaldaban. 5 goles en 5 semestres, misérrimo balance para quien siempre ofició como atacante. 2 en 2018, en un mismo partido contra Chicó, 1 al siguiente frente al Unión -ya eliminados- con el que insólitamente mandó a callar al público, y 2 en 2020 en el clásico con Pereira.
Kevin no es mal jugador de fútbol, sí un flojo delantero, y su técnico insistió y nunca comprendió que en otra función, como lateral derecho, o volante mixto -su posición en Jaguares- rendiría más.
Con 26 años hizo hasta lo imposible para que lo echaran, llegó el día, y le pasaron factura. Muestra de ignorancia, indiferencia, o irresponsabilidad.
Da pena, pero pareciera una versión menor de Johan Arango. Como que todo les resbala, creen que la vida no cobra, están mal asesorados y sus compañías cercanas poco les aportan. Un desperdicio porque tiene con qué triunfar, exigiéndole, y ubicado en el puesto que es.
Otra derrota, de las tantas sumadas, para el orientador caldista que se queda sin su ficha clave, y que ahora deberá echar mano de aquellos que ha menospreciado.
Hasta la próxima…
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