A punto de sellarse una negociación cuya promesa de compraventa se firmó el sábado, Once Caldas volverá a quedar en manos de empresarios ´foráneos’.
Los paisas de Kenworth de la Montaña terminarán el ciclo que comenzaron en 2012 dejando la casa en orden, ganando en lo administrativo, perdiendo en lo competitivo.
Buenas intenciones, pésimas asesorías, encausamiento financiero, y una valiosa gestión de oficina que no encontró eco en lo deportivo, sintetizan 8 años de gobierno.
Salvo las temporadas iniciales de Bodhert -hasta que desnudó sus falencias- el resto fue un fiasco, incluidos el reencauche de Maturana y la vinculación del ignoto Hernán Lisi.
Evitaron la liquidación del equipo estabilizándolo desde lo económico, pero se quedaron cortos en afán triunfalista al no apurar en la esencia base del producto.
Ajustados a presupuestos bajos le restaron protagonismo al Once Caldas poniéndolo de mitad de tabla hacia abajo restringiéndolo a luchar por un cupo entre los 8, con la
complicidad de un técnico limitado, incapaz de triunfar en partidos clave.
Pecado capital de una escuadra que brilló en la primera década del nuevo milenio con un título internacional y tres ligas, con un crecimiento al que no le dieron continuidad.
Con historias por contar, plaza importante, hinchada numerosa y entusiasta siendo el octavo equipo del país, esos valores agregados fueron mal conjugados por la presidencia actual, que rompió el circuito con la ciudad y sus periodistas.
Razones de más para magnificar la transacción, con ojo atento y veeduría permanente para evitar que se repitan casos como el de Augusto Cadena en Cúcuta, o Hernando Angel en Quindío, o que termine el Once Caldas como tubo de ensayo para los juveniles.
Invocando interés por la inversión, conocimiento de fútbol, mejores relaciones públicas, compromiso con la región, humildad y respeto por las autoridades locales, concibiendo como algo natural sus fines lucrativos.
Cambio de dueño que se antoja interesante en un momento circunstancialmente especial, tanto que hay otra empresa -española- deseosa de ingresar al juego.
Que sea lo mejor para Once Caldas, la aprobación del hecho es alta en redes sociales, tanto como el anhelo por un club que recupere su gloria, con un entrenador de primera categoría, y jugadores de vuelo competitivo.
Aunque es una sociedad privada, vale el reconocimiento a Kenworth de la Montaña y sus representantes porque enderezaron el camino, lo que hubiera sido perfecto con la
complicidad de los seguidores, y un proyecto ganador.
Ojalá quienes lleguen incluyan el componente emocional -la pasión del hincha- porque ellos podrán ser los dueños de la institución, pero el corazón y el sentimiento no los compran ni con todo el oro del mundo.
P.D. El gran sueño de Oswaldo Marcial Palavecino era regresar, y del brazo de su hija manizaleña recorrer las calles que lo vieron triunfar en el Once Caldas 76. La muerte, traicionera y tempranera, le frustró la ilusión. Invitado en nuestro espacio Siempre Fútbol, en cada frase estampó su amor por este terruño. Adiós goleador, ídolo eterno.
Hasta la próxima…
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