Desde el punto de vista numérico, aceptable la campaña;1 desde lo deportivo, no llena el fútbol de Once Caldas por su estilo repetido, y la falta de variantes.
Al receso obligado llega con 12 puntos en 8 jornadas -con 12 por disputar- proyección que le daría para pelear un cupo entre los 4, objetivo final, no se sí obligado.
La permanencia del cuerpo técnico -que completa su quinto torneo corto- le pondría el letrero; el peso de otras nóminas invitaría a mirar el desempeño.
Incomprensible que sin perder -es el caso- el equipo genere resistencia, pero no ganar en casa agota cualquier plazo, y revienta procesos como plantea la hinchada brava. Aunque la decisión es única y exclusiva de los dueños, ya los barristas en un comunicado dejaron entrever la necesidad de revisar el proyecto.
Lo real es que Once Caldas debiera tener un plantel base con movimientos mecanizados, una idea de juego con disyuntivas, y trabajos específicos bien desarrollados. Pareciera sin sentido que los fuertes del grupo sean Kevin y Gómez, cuando hace un año la esperanza estaba en Lemos, Ménder y Carbonero, hoy relegados al banco.
Lo mismo con relación al módulo, el tradicional 2-3-1 sin capacidad ofensiva, ya plenamente identificado por los rivales que lo saben neutralizar. O que nunca se marque un gol de tiro libre, que la pelota quieta no exista, que los libretos de definición sean deficientes, y que pasen 2 años justificándose en la ineficacia.
Todos estos frentes conducen a pensar que las labores de campo son incompletas, que Once Caldas recuesta sus aspiraciones sobre la motivación, por encima del trabajo. Sin quejas por el tiempo ni el calendario, pues los partidos son cada 7 días -semana larga se dice en el fútbol- y solo está en una competencia, la liga.
Es tiempo de reflexión ahora que el Campeonato está en veremos, con una suspensión sin fecha de retorno, que toca económicamente el negocio. Queda por verse si la cancelación de la Liga es provisional, o sacrifican su desarrollo durante el primer semestre, lo que trastocaría todas las actividades.
La idea de cerrar puertas no tuvo eco por las afectaciones financieras, sustentadas por grandes como Nacional que expone el 30% de sus ingresos por ese rubro. El mismo Once Caldas pierde 2 taquillazos -Nacional y Pereira- situación que advierte un futuro poco halagüeño porque se vuelve al círculo vicioso de la era reciente.
Sin resultados no hay inversión, sin fútbol ni taquillas, menos, y todo seguirá igual que antes, con nóminas de mitad de tabla, técnicos conformistas y parálisis en el crecimiento.
Por supuesto que esto se sale de las manos, es asunto de salud pública, de medidas preventivas que están por encima de la industria, y lo más grave, sin saber cuándo se supere porque al virus aún no le encuentran el antídoto.
P.D.: Paradojas del fútbol, no tardó mucho el técnico Bodhert en descalificar el VAR porque le resta ritmo a los partidos, para que la tecnología evitara injusticia mayor en contra de Once Caldas que pudo irse perdedor al vestuario contra América por error del juez, y al contrario salió ganador por el acierto en la pantalla. Que vivan las correcciones arbitrales desde la pantalla. Cuestión de equidad.
Hasta la próxima...
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