Mario César Otálvaro
@macotal
Casi ocho mil hinchas motivados por el amor ciego al equipo, y en parte, por el precio de oportunidad, acompañarán mañana –6:10 pm– al Once Caldas en el partido contra La Equidad por la segunda fecha de la Liga, primero en el estadio Palogrande.
Estarán seguramente esos 7.868 que se abonaron sin un determinante en la calidad de los refuerzos, que los hay hasta para puestos en los que no se necesitaba, prorrogando la costumbre de la actual administración que privilegia la cantidad.
Un bonito marco para cada juego, y una demostración fehaciente de lo que representa Once Caldas, motor de esparcimiento, pasión y cariño, para una región futbolera que ha disfrutado de sus éxitos deportivos, y que se siente orgullosa de ese club que ya no le pertenece.
El pecado no es que sea un ente privado, es que sus dueños lo hagan notar permanentemente, sin interpretar el componente social que los une, y ese sentimiento irrenunciable, intocable e inapreciable, que explotado de manera distinta ofrecería réditos superiores en su beneficio.
Sabido es que los grandes logros se dieron a través de una comunidad comprometida, un plantel cohesionado, y un entorno positivo, a lo que ojalá se vuelva algún día para reverdecer campañas y recuperar el sitial que amenazan otros con mejor presente hace rato.
El empate con Unión Magdalena fue un abreboca como resultado, no por la exposición, sustentada por el técnico en el clima: ‘sufrimos; jugar a nivel del mar no es fácil, nos pegó duro, somos seres humanos’ fue la disculpa del catálogo Corredor.
De los refuerzos, Once Caldas tuvo a Celis y Balanta desde el inicio, y a Pico y Riquett llegando desde el banco, ninguno con nota sobresaliente. Quedan por verse, Gallardo, Artunduaga, Méndez y Mauricio Gómez, todos casualmente de perfil izquierdo En ataque repitieron Delvalle y Valdés, con el mismo balance, poco oficio con el balón, cero remates, y sin un armador, por más que quieran adaptarlo con Marlon Piedrahíta.
Cambió con los juveniles Quiñones y Cubides, alternativas que deben poner a pensar al entrenador.
Lo del muchacho de Villavicencio -21 años- es un caso de resiliencia, molesto renunció por falta de opciones, no lo iban a ubicar, ofreció disculpas, lo reengancharon, y salvó la tarde. Mide 1,94, y venía pidiendo pista ¡hora de mirar hacia las categorías menores!
Sumar era la tarea, manifestó Corredor "para luego confirmar en casa contra Equidad y Águilas" lo que significaría un auspicioso comienzo en su hábitat, y vale, pues en la medida en que Once Caldas sea fuerte acá, será protagonista ¡otro reto por cumplir!
Son muchas - definitivamente- las acciones por emprender, desde la estructuración de una nómina principal que brinde garantías, la consecución de puntos que eliminen el temor del descenso, y la optimización del recurso humano, que en número no admite discusión.
Por eso - para este columnista- la definición ideal con relación a las contrataciones es que al Once Caldas lo arman para ver qué pasa, y no para que suceda algo, proyectando un ambiente de expectativa en medio de la incertidumbre, dependiendo de alguna manera del azar.
Total, entre ese querer y la realidad, un vaso comunicante para que se presente el escenario entre un público que respondió al llamado de los abonos, un equipo urgido de victorias, y una dirigencia que entienda que sin esos actores el negocio no funciona.
Hasta la próxima...
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