En mi columna anterior hablaba sobre las dramáticas cifras que muestran el deterioro de la salud mental de niños y adolescentes desde que comenzó la pandemia. No es menos importante pensar en la salud mental de las organiza- ciones. Un tema que considero crítico cuando en la ecuación aparece la reacti- vación económica como prioridad para el desa- rrollo, competitividad y calidad de vida de los territorios. Vuelve a ponerse sobre la mesa la ne- cesidad de pensar en un sano equilibrio entre salud y economía; porque, si bien hay un descen- so en las cifras de contagio, ocupación de UCI, y mortalidad por covid-19, los estudios muestran la llegada de lo que algunos denominan ‘pandemia silenciosa’, asociada con trastornos de sueño, es- trés, ansiedad, depresión y suicidio, en toda la población. Esto no es algo que vaya a pasar mañana, cuando todos estemos vacunados y las cifras de contagio se estabilicen en niveles más bajos; es una situación que apenas empieza a emerger y de la cual debemos tomar conciencia todos y especialmente las empresas, dado que estas son el espacio donde, de manera presencial o virtual, los adultos pasamos la mayor parte del tiempo.
Entrar en reactivación debe pasar por pensar en la salud mental de las per- sonas y equipos de trabajo que serán los encargados de hacer la tarea; no debe- ría ser una opción, sino una tarea obligada del ejercicio del liderazgo en todas las organizaciones y ámbitos laborales. Me refiero a generar ambientes de tra- bajo saludables que tengan en cuenta los niveles de estrés y angustia por los que han pasado y siguen pasando muchos por cuenta del confinamiento y distan- ciamiento social, la enfermedad o muerte de uno o varios seres queridos, la disminución de los ingresos familiares, la incertidumbre generalizada frente a lo que puede traer esta nueva realidad. Además del impacto negativo que ya empiezan a mostrar los estudios de la covid-19, en la salud mental de quienes han tenido la enfermedad.
No es un tema menor que dependa únicamente de la capacidad de resilien- cia individual, tampoco es un problema que puedan enfrentar solos los jefes de talento humano de las organizaciones, tampoco es un tema de competencia exclusiva de los profesionales y el sistema de salud. La razón es sencilla, la salud mental trasciende el ámbito de lo personal, permea los contextos laborales y familiares, así como el entorno social. No es un problema técnico para el cual haya un protocolo general que al aplicarlo mejore la salud mental de la pobla- ción, es un asunto complejo que requiere una mirada desde diferentes ámbitos y, sobre todo, un liderazgo que sobrepasa los límites de la tarea y entra en el ámbito de la complejidad.
Algunos estudiosos del trabajo planteaban que una de las formas de elevar los niveles de desempeño de los cola- boradores era mantener un grado de tensión y estrés en el ambiente laboral para retar la inteligencia de los equipos humanos. Esta es una práctica que hoy debería desapare- cer, teniendo en cuenta los niveles de estrés, angustia y ansiedad al cual estamos sometidos, en medio de una realidad cada vez más compleja e incierta. Es tiempo de fortalecer lo que el psiquiatra Ronald Heifetz, director-fundador del Centro de Liderazgo de Harvard, plantea como liderazgo adaptativo, basado en una dife- rencia entre dos tipos de retos: técnicos y adaptativos. Los técnicos son fáciles de identificar, la solución es clara y los expertos pueden hacerlo; p.ej., el daño en una línea de producción. Mientras que, los retos adaptativos son difíciles de identificar, el problema tiene distintas aristas y perspectivas, no hay soluciones de manual ni expertos con la respuesta, es necesario observar para compren- der, y se requiere que todos los involucrados participen en la solución.
Sin duda, hoy estamos ante un reto adaptativo que nos invita a cambiar la forma de ver el mundo y construir soluciones. La reactivación económica no es solo un problema técnico que pueda solucionarse aumentando la carga laboral, mejorando el desempeño e incrementando la productividad. En esta ecuación hay seres humanos que muchas veces pasan por situaciones complejas que desbordan su capacidad personal. Este es el gran reto de los líderes organiza- cionales, entender que sus resultados no son sólo económicos, que hay una responsabilidad fundamental en crear ambientes de trabajo saludables que cuiden y aporten a la salud, tanto física como mental de sus colaboradores, que también son padres de familia, esposos y esposas, hermanos, compañeros y vecinos; miembros
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