Esta es la historia de un rey que ofreció un premio al artista que captara en una pintura la paz perfecta; muchos lo intentaron. El rey se interesó en dos; la primera, un lago tranquilo donde se reflejaban las montañas y un cielo azul con pocas nubes blancas; todos pensaron que ésta era la imagen de la paz perfecta. Sin embargo, el rey se inclinó por una pintura con montañas escabrosas y un cielo en tempestad, al fondo parecía retumbar el agua de una potente cascada, detrás de ésta había un árbol y en él un nido; en medio del rugido violento del agua, estaba sentado plácidamente un pajarito. El rey argumentó que la paz no es estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor, es estar en medio de cosas difíciles y mantenerse calmado.
Una historia maravillosa que invita a reflexionar sobre lo que estamos viviendo en Colombia. Un grupo de guerrilleros encabezados por Iván Márquez se está rearmando y le declara la guerra al país para buscar lo que probablemente ellos consideran justicia ¿Qué están haciendo los guerrilleros? Lo que saben hacer, armarse, amenazar, generar miedo y violencia ¿Qué estamos haciendo nosotros, los que no estamos de acuerdo con esta guerra infame que ha dejado tanto dolor? En las redes veo personas que se dicen ‘de bien’ echándole la culpa al anterior presidente, pidiendo acallar la violencia con violencia. Pero, ¿qué es ser un colombiano de bien o bueno? ¿Quiénes son los buenos o malos? ¿Será que cada uno reacciona desde su propia ignorancia o sabiduría? 
Creo que el acuerdo de paz fue un primer paso necesario que nos invita a reflexionar y tomar conciencia sobre lo que quiere decir la paz y cómo es necesario que cada colombiano haga un alto en el camino para reconocer su propia responsabilidad en esta situación. El camino fácil es observar lo que pasa como un espectador más y lanzar juicios que aportan a la construcción de una convivencia pacífica. Sin embargo, hay otras posibilidades; para ello voy a hacer uso de la teoría U, que han venido trabajando durante los últimos 20 años Otto Scharmer y otros profesores del MIT; una propuesta para abordar el cambio, personal, organizacional y social, saliéndonos de nuestra mirada egocéntrica para aportar a la construcción de un ecosistema social donde todos quepamos.
El camino es pasar de estar ausentes a estar presentes. Normalmente, abordamos las situaciones difíciles con la mente cerrada, desde la ignorancia y el desconocimiento de lo que hay debajo o detrás del problema, basados en las apariencias; con un corazón cerrado e insensible donde lo que importa es el bienestar personal y que otro se haga cargo; con una voluntad cerrada, sin interés real por hacer algo que implique un sacrificio personal, con miedo a correr riesgos. La alternativa es estar presentes; observar con curiosidad y abrir la mente para entender lo que está más allá de lo que vemos; abrir el corazón a la compasión para descubrir y sentir el sufrimiento en el rostro de los que sufren y darnos cuenta de que su dolor también es nuestro; tener el coraje de arriesgarse para hacer algo que contribuya a generar nuevas posibilidades, evolucionar juntos y construir colaborativamente.
¿Qué pasaría si nos permitiéramos pasar de los juicios y la búsqueda de responsables a hacernos cargo de nuestra realidad, de nuestra propia paz, de poner un granito de arena con las personas que hoy convivimos para generar una convivencia más pacífica? El problema también es mío, cuando lo que hago frente a las dificultades y los obstáculos es criticar y mirar hacia atrás. Es cierto que tenemos dificultades y las vamos a tener siempre, la paz no es la pintura perfecta donde todo está en su sitio y no pasa nada; el desequilibrio, la turbulencia y la complejidad hacen parte de la naturaleza y son necesarias para tomar conciencia y cambiar el juicio por la reflexión y la acción colectiva. ‘Los hombres construimos demasiados muros y no suficientes puentes’ dijo Isaac Newton ¿Cuáles son los puentes que puedo ayudar a construir en mis espacios de vida?